El verdadero intruso en ARENA

Existe una necesidad de renovación y ARENA era pionera de la misma. Mientras la cúpula oficialista seleccionaba candidatos por dedo –y lo continúa haciendo– ARENA se democratizaba y abría sus puertas. Lamentablemente esto duró poco.

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Jugadores del Marte Soyapango celebran un gol en el partido ante Atlético Marte

/ Foto Por EDH / René Estrada

Por Andrés Betancourt*

2017-03-11 6:14:00

Por años, el leninismo y la derecha salvadoreña han sido polos opuestos en el espectro ideológico. Ambas fuerzas se han repelido mutuamente en diferentes escenarios, desde conflictos armados hasta campañas electorales. En la actualidad estos viejos conocidos se han vuelto a encontrar en un ring poco convencional: ARENA.

Para el líder y revolucionario soviético, la denominada revolución del proletariado, inspirada por Marx, solo se podría realizar con el Partido Comunista a la vanguardia de la misma, dirigiendo la lucha, representando y guiando al obrero. Tanta fue su convicción en dicho rol del partido, que en 1921, durante el Décimo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), instituyó una prohibición de fracciones. Ante este estatuto, todo aquel que no siguiese la línea partidaria era tachado de reaccionario y contrarrevolucionario; firmando así su efectiva expulsión del mismo. 

A través de dicha medida, Lenin limitó el individualismo dentro del PCUS y fomentó la unión dentro del mismo, ya que, al abolir el faccionalismo, no dio espacio al disentimiento individual y concentró el poder en la cúpula. De manera similar, se escudó de las diversas críticas e ideas de ciertas bases, quienes creían en la revolución, mas no compartían los métodos leninistas que supuestamente los llevarían a ella. 

La falta de ideas y debate que impulsó el líder soviético, se presencia en el actuar del partido de oposición salvadoreño. La renuncia de cinco miembros de la Juventud Republicana Nacionalista (JRN) tras la suspensión del Director de Comunicaciones de la misma, por brindar una entrevista a un periódico digital, lo ejemplifica. Dicha renuncia fue la culminación de una serie de intentos de control por parte de la cúpula partidaria, quienes aparentemente no compartían las opiniones más progresistas en cuanto a temas sociales, de los ahora exmiembros de la JRN.
 
La presencia de una minoría de individuos liberales en lo económico y progresistas en lo social no significa la abolición del pensamiento conservador mayoritario del partido. Todos los grandes partidos de derecha a nivel mundial –incluyendo al Partido Republicano de EE. UU., el Partido Conservador del Reino Unido y el Partido Popular de España– poseen dichas facciones dentro de sus filas. Sin embargo, estos las utilizan para conectar con sectores no tradicionales, incrementando así su base de apoyo. 

Las diferencias existen como indicador que tanto las bases, como el electorado, se encuentran en una realidad cambiante. Ignorar estas señales es condenarse ante los mismos, que poco a poco, a través de dicha realidad, rechazan el prototipo político de la antigua; plagado de compadrazgo, corrupción y charlatanería. Existe una necesidad de renovación y ARENA era pionera de la misma. Mientras la cúpula oficialista seleccionaba candidatos por dedo –y lo continúa haciendo– ARENA se democratizaba y abría sus puertas. Lamentablemente esto duro poco. 

El Salvador se encuentra en un momento crucial. Brindarle más años en el poder al partido de gobierno sería trágico tanto en lo político como en lo económico. Existe la necesidad de construir una visión holística de país, con el apoyo de diversos sectores, y la juventud es uno de estos. El partido oficialista siempre contará con un voto duro, un bloque de seguidores que robóticamente obedecen las órdenes de la cúpula; fieles a la doctrina izquierdista. Si la oposición se encuentra dividida entre quienes son areneros de puño en el pecho y quienes no, y continúa alejando a la juventud, la izquierda triunfará fácilmente. 

No obstante, la historia será muy diferente si ARENA le es fiel al elemento más importante de la doctrina liberal y de donde nace el movimiento conservador moderno: el individuo como base de la sociedad. Si deja de imponer los intereses del monstruo burocrático del partido sobre el pensamiento individual y permite el sano intercambio de ideas, el partido prosperará. Si le teme al debate, impone opiniones e ignora y/o restringe el pensamiento individual de sus miembros, su accionar no será muy diferente al del partido de Gobierno y al de Lenin: el verdadero intruso dentro de sus filas. 

*Estudiante de Economía
 y Ciencias Políticas.