La dictadura turca amenaza a Europa Occidental

Cualquier amenaza a la democracia, por distante que quede un país de otra democracia, es una amenaza a sus propias libertades e instituciones. 

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Foto Por edhdep

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2017-03-12 8:16:00

La Comunidad Europea contempla con creciente preocupación el desmantelamiento de la antigua democracia turca para instalar un régimen “presidencialista”, para no llamarlo dictadura casi absoluta. Y el artilugio de que se valen es el “referendo”, igual a lo que en su momento hizo Chávez, de lo que echa mano Correa y se viene escenificando a lo largo de nuestro Hemisferio y en el mundo.

El problema ha surgido en Holanda, país al que han emigrado millón y medio de turcos, que están montando manifestaciones, unas a favor y otras en contra, pero que son una amenaza para la tranquilidad interna del país.

Erdogan ha reaccionado con violencia contra los holandeses, lo que causó la entrada en la disputa de Dinamarca, que canceló el viaje del primer ministro turco solidarizándose con los holandeses (y por holandeses nos referimos a los ciudadanos de los Países Bajos, uno de los cuales es Holanda). 

Erdogan, por su parte, echa mano de la vieja táctica de todas las dictaduras de descalificar a sus críticos llamándolos “nazis y fascistas”, como cuando aquí en El Salvador llaman “vendidos a la oligarquía” a los que denuncian los abusos del oficialismo.

Por conveniencias estratégicas, como es contener la amenaza del jihadismo islámico y el ISIS, es que los gobiernos europeos, todos democráticos, no rompen relaciones con el despotismo turco, por aquello de que si bien Erdogan es pestilente, más lo son los del ISIS y Assad.

La situación refleja la clásica disyuntiva de decantarse por el menor de dos males, aunque eventualmente habrá que extirpar todas las amenazas contra la civilización.

Una de las consecuencias trágicas de la belicosidad de la región y las depredaciones de bandas fanáticas en África Nororiental, es que la destrucción de gran parte de la infraestructura productiva y la institucionalidad, por débil que ésta sea, amenaza con matar de hambre a veinte millones de seres humanos, sobre todo niños que no tienen a nadie por ellos.

No sólo vean el Medio Oriente, 
sino también a América Central
 

La tragedia de hace una generación, la espantosa hambruna de Biafra, la cual  causó millones de víctimas, está a los umbrales.

Lo que caracteriza a las sociedades libres, a las democracias, es que, aun en momentos de crisis, son capaces de producir en abundancia, que los problemas con frecuencia son los surplus, el abarrotamiento de los mercados, más que las carestías. Y de hecho, muchos países africanos que están lejos de esas convulsiones han ido desarrollándose, al punto que sus gobiernos piden a la población quedarse en ellos, no arriesgar sus vidas para pasar a Europa.

Esto se da especialmente en la zona de influencia francesa, los francófonos, que son auxiliados cuando se ven en peligro, por tropa militar francesa.

En la misma forma como Europa ve con gran preocupación lo que sucede en el Medio Oriente, debe fijarse en lo que está sucediendo en Hispanoamérica, que para comenzar ya les está invadiendo de pandilleros, los que pueden entrar en alianzas con jihadistas.

Esto comprueba una realidad: cualquier amenaza a la democracia, por distante que quede un país de otra democracia, es una amenaza a sus propias libertades e instituciones, como por desgracia es el caso de Nicaragua, país en el que maleantes buscan refugio, y de El Salvador, donde operan las más peligrosas pandillas criminales del mundo.