En una gestión federativa hay otros ítems que considerar, como el uso efectivo de los recursos económicos, creación de infraestructura, masificación e identificación de talentos, etc. Pero todos los anteriores no han sido cuantificados ni considerados en este análisis, sino que se ha ocupado, única y exclusivamente, el resultado de distintas selecciones a nivel deportivo.
Hablamos, entonces, de si cada uno de estos dirigentes deportivos ha podido coronar con éxitos distintos objetivos futbolísticos, como: que El Salvador vuelve a una Copa del Mundo a nivel Mayor; clasificar a un Mundial juvenil; lograr un boleto mundialista en Fútbol Playa, disciplina que era inédita en nuestro país hasta mediados de la década de 2000; lograr copas o títulos a nivel centroamericano o de Concacaf.
Advertencia para el equipo mayor de Chalatenango por sus reservas
En todos los anteriores ítems, por supuesto, habrá matices. Quizá una eliminación hacia un Mundial fue clamoroso, un desastre deportivo; tal vez otra selección casi toca el cielo y no se logró avanzar de fase por poco. Para efectos de este análisis numérico y práctico, esos matices han quedado fuera. Está la cifra, el dato frío, para reflejar realidades: se clasificó o no se clasificó. Y desde ahí, comparemos.
Desde Juan Torres a mediados de los 90s, hasta el actual presidente Jorge Rajo, repasamos los éxitos-fracasos-desastres-constantes-alegrías que han edificado los distintos comités ejecutivos de la Federación Salvadoreña de Fútbol. En todos, hay una línea transversal: hay mucha menos felicidad que tristezas en el camino. ¿Habrá más de lo mismo en el próximo periodo 2018-2022?