¿Qué es el amor?

Definir este sentimiento bello y sublime resulta casi imposible, solo se puede agregar que es la fuerza más grande del universo.

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La corriente arquitectónica de la iglesia Candelaria es neoclásica y neobarroco. 

/ Foto Por Mauricio Castro

Por Alicia Quezada*

2017-02-01 8:58:00

El amor está ligado al ser humano desde el origen de su propia existencia. Este sentimiento nació desde el momento que recibimos a través de Dios el soplo divino.  A lo largo de la historia se ha desarrollado un lenguaje universal para expresarlo a través de la belleza y la estética, inspirando a la humanidad en diferentes manifestaciones artísticas como la  escultura, pintura, música, literatura, poesía, danza y cine, entre otras.

Existen diferentes tipos de amor, como el que surge entre dos personas, el llamado romántico, este puede ser breve como la luz fugaz de una luciérnaga o puede ser eterno como el universo; en ocasiones aparece cuando menos lo esperamos llegando en la primavera de nuestras vidas, en pleno invierno cuando más lo necesitamos o incluso en el dulce otoño antes de descender al ocaso de nuestro existir; entra en nuestro corazón y nos llena de ilusiones y lo más bello es cuando se vuelve tierno, sutil, cariñoso y anhelante, es capaz de hacer reír al rostro más tenso y llenar a los ansiosos corazones de vitalidad y renovados deseos de vivir.
 
Otro tipo de amor caracterizado por su pureza, es el amor de madre, tan importante por ser capaz de moldear la familia y la sociedad, tiene las cualidades de ser noble y abnegado, nace del calor humano que siente la madre en su vientre, se hace más intenso cuando sostiene al infante en su regazo por primera vez y se mantiene hasta la vida adulta de los hijos. 

Los que hemos tenido el privilegio de tener una madre amorosa sabemos muy bien que lo que somos se lo debemos a sus constantes sacrificios, cuidados y empeño por sacarnos adelante. Una buena forma de definir este sentimiento se encuentran en las palabras de nuestro poeta Alfredo Espino cuando escribió: “Manos las de mi madre, tan acariciadoras, tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras. ¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son las que aman, las que todo prodigan y nada me reclaman!, ¡Las que por aliviarme de dudas y querellas, me sacan las espinas y se las clavan en ellas.

 Además del amor de madre también existe el fraternal, siendo una forma de sentir cariño al prójimo o a los amigos, puede ser cultivado desde la niñez o surgir en el lugar donde vivimos o donde trabajamos y posee valores como la solidaridad, el compromiso, la lealtad; es relativamente sencillo tener muchas amistades cuando la fortuna nos sonríe, pero el verdadero amigo es el que se mantiene a nuestro lado en los momentos más difíciles.   

Pero para ofrecer amor es indispensable amarse a uno mismo, esta es una forma maravillosa de apreciar nuestra propia vida, hace que nuestras relaciones con el prójimo sean mejores, exige aceptarnos con nuestros triunfos y fracasos ocasionales, implica respetarnos y cultivar una adecuada autoestima, es la mejor vía para crecer internamente y conquistar metas.  Se trata de la búsqueda de un tesoro interior ligado a la realización personal.
   
Si le preguntamos al poeta ¿Qué es el amor?, no dirá que amar es corazón y mente, es pureza y virtud, está en las flores y en las estrellas, en los ojos de la persona amada, es la razón y la locura que nutre e impulsa sus versos, es alegría, pero también tristeza, a veces hay que sufrirlo y otras disfrutarlo.

Definir este sentimiento bello y sublime resulta casi imposible, solo se puede agregar que es la fuerza más grande del universo, no podemos vivir sin él, luchamos toda nuestra vida por conseguirlo, es la fuente que mitiga la sed del cansado peregrino, del que busca y del que sueña, pero sobre todo, el verdadero y real amor se encuentra en nuestro Padre Celestial, porque Dios es amor (1: Juan 4:8). 

*Colaboradora 
de El Diario de Hoy