Uno de los últimos casos de mareros infiltrados fue detectado en la Fuerza Armada, fue el del sargento Adán Alfaro Iraheta, de 46 años, destacado en la 5° Brigada de Infantería en San Vicente.
Descubrir a este militar no fue resultado de una investigación castrense sino de las indagaciones que tanto Fiscalía como la Policía desarrollan. Alfaro Iraheta fue detenido junto a otros 18 pandilleros reclamados por homicidio, extorsión, agrupaciones terroristas; entre otros delitos durante un operativo en San Vicente.
Tras su captura, las autoridades le decomisaron una pistola 9 mm y 11 cartuchos. El arma fue enviada al laboratorio de la Policía para someterla a la experticia y establecer si ha sido usada en algún homicidio. El sargento fue capturado tras haber fuertes evidencias de haber vendido a los pandilleros un fusil AK-47. La Fiscalía no ha revelado el monto en el que pudo haber sido comercializado el fusil y además de esta, si había vendido otras armas.
Por la supuesta colaboración con la mara salvatrucha, la Fiscalía lo acusó en uno de los Juzgados de San Vicente por agrupaciones terroristas.
“A mi preocupa cuando un miembro de Policía, Fuerza Armada o cualquier otra, sale involucrado en alguna estructura criminal, pero demuestra que la disposición de nuestras instituciones es no tolerar ese tipo de hechos”, ha dicho Howard Cotto.
Un caso en la ANSP
Uno de los 90 alumnos expulsados en la ANSP fue porque se peleó con uno de sus compañeros y al perder el control de sus actos, “le rifó” la mara –hizo señales- a su contrincante. Sus compañeros denunciaron con sus superiores lo sucedido y de inmediato lo suspendieron para someterlo al proceso disciplinario y penal por amenazas.