Casi desde la llegada del partido en el poder, los institutos nacionales de enseñanza técnica se encuentran sin materiales para hacer sus prácticas, sin presupuestos operativos de alguna cuantía, sin poder reemplazar herramientas gastadas como brocas, sin dar un debido mantenimiento a equipos, cuidar sus instalaciones.
Los institutos son talleres especializados donde jóvenes aprenden con sus manos y sus cabezas, taladrando, torneando, reparando, leyendo, escuchando a sus maestros y aplicando lo que éstos les enseñan.
La misión de los institutos es preparar la mano de obra especializada del mañana, impartir a los jóvenes los conocimientos y las destrezas con que podrán más adelante ser personas productivas, útiles para la sociedad y sostén de sí mismas y de sus familias.
Pero el gobierno no les provee de recursos ni siquiera adecuados para que puedan funcionar y en tal manera alcanzar sus objetivos.
Mientras institutos, escuelas, centros diversos de formación se encuentran en la lipidia, el oficialismo gasta a manos llenas en su burocracia y en entidades que se dice que le son afines, como los dinerales que reparte a varias ONG sin que el público sepa bajo qué criterios se hace.
Como señalan diputados y entidades, esos repartos se hacen con fondos que se restan a la educación, a la enseñanza de niños y jóvenes que en su mayoría no cuentan con otras opciones para formarse.
Hay un inaceptable contraste entre los recortes realizados en el último presupuesto a Educación, que viene a ser como la Cenicienta del país, y los fondos asignados a Casa Presidencial, $123 millones –el mayor presupuesto en la historia, según expuso el diputado Portillo Cuadra–, como con los dinerales que el oficialismo reparte al capricho, entre un grupo de ONG.
Se quita a los que pasan hambre para repartir a los que se hartan hasta saciarse, como en la historia bíblica del Rey David, que “despojó al pastor de su única oveja” (su esposa).
A la fecha las escuelas no han recibido los bonos correspondientes a 2016, pese a que ya iniciaron las labores de este año.
Atornillados en sus puestos burocráticos
no encontrarán soluciones eficientes
Cuando se habla de la educación la mayoría de personas la califica como la clave para superar el subdesarrollo, para que nuestro país, cualquier país, pueda asegurarse un futuro próspero, incorporarse al Primer Mundo. Pero, en este caso, lo que hace el gobierno reduciendo recursos al ramo, es ir contra objetivos y funciones esenciales de todo Estado, pues una cosa es pasársela hablando de la gran sensiblería que se tiene por los jóvenes y otra lo que en realidad se hace por ellos. Lo que una mano pretende hacer, la otra desbarata.
Hay que partir de un hecho: los marxistas no creen en la educación, sino en la indoctrinación, en condicionar gente siguiendo los esquemas de Pavlov, en imponer la obediencia sobre lo que es independencia de criterios.
Y tal cosa se viene viendo desde que se fundó la Unión Soviética y a sangre y fuego se impuso el estalinismo.
Alternativas para pasar por encima de escasos recursos en cualquier campo las hay, pero no serán funcionarios atornillados en sus sillas burocráticas los que van a elaborarlas e implantarlas.
Alcanzar eficiencia en cualquier campo es resultado de independencia de criterios, experiencia en lo que se hace, en escapar de esquemas rígidos y buscar y encontrar soluciones originales y prácticas.