El dilema de delegar responsabilidades en tu equipo de trabajo

Para lograrlo, el jefe debe tener un grado de confianza en el subalterno, creer que la persona puede cumplir las metas de la actividad asignada.

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Por Redacción EDH

2017-02-05 9:00:00

Hoy en día es muy común que los jefes se encuentren con el dilema de delegar o no hacerlo, y aunque los líderes reconocen que tienen el deseo sincero de desahogar sus actividades compartiendo parte de sus responsabilidades con sus subordinados, cuentan con el miedo de alcanzar los objetivos y metas trazadas, asegura Jesús Baldemar Liévano, máster en recursos humanos.

“Pude percibir este sentimiento al platicar con un amigo mío, un joven empresario que no podía salir de su oficina ni un par de horas sin la preocupación de que los asuntos estuvieran caminando apropiadamente sin su presencia”, ejemplificó el experto.

Liévano observó que a pesar de que tenía un gran equipo trabajando para él, su amigo no confiaba plenamente en ellos para los asuntos de la empresa, de manera que no les daba las facultades para tomar decisiones y por ende los procesos se volvían sumamente lentos pues toda decisión, por muy sencilla que fuera, debía llevar su autorización.

Para el experto, su amigo estaba esclavizado en la oficina y cuando no, realizaba llamadas todo el día a fin de dar seguimiento a sus instrucciones.

De estos casos hay muchos, señala Liévano. Lo ilógico de este asunto es que por muy bueno que sea en sus actividades, nunca podrá lograr más si no trabaja en conjunto con su equipo, es decir, el esfuerzo de grupo siempre es mucho mayor que el personal.

Probablemente en un inicio sienta que no avanza tan rápido como si lo hiciera usted solo, sin embargo, con el paso del tiempo se dará cuenta que la eficiencia y eficacia del equipo aumentará y los resultados serán sorprendentes, añade el especialista en recursos humanos.

Él sugiere algunos pasos para que el labor de delegar tenga los mejores resultados:

 

Una asignación. El primer paso es dar una responsabilidad. Debe ser una asignación muy específica y clara. Debe verificar que la persona entienda perfectamente lo que se espera que haga y qué resultados piensa obtener.

Capacitar. En ocasiones suponemos que la gente sabe cómo hacer el trabajo, o bien ellos por pena no se atreven a preguntar, de manera que lo primero que se debe hacer una vez que ya se tiene la asignación es instruir la manera de llevarla a cabo. Deben quedar perfectamente claros los procesos a seguir y saber en qué periodo de tiempo se les pedirá un informe.

Tiempo. Una vez que ha delegado y saben cómo hacerlo, no esté verificando paso a paso si han realizado la actividad esperada, debe darles su tiempo y espacio a fin de que tengan la oportunidad de desenvolverse mejor. Probablemente se equivoquen, pero valdrá la pena. Es sumamente importante que les deje hacer su labor por lo menos hasta el momento pactado del primer informe.

 

Verifique. Una vez que se ha vencido el tiempo pactado, entonces debe pedir el informe de lo realizado. Actúe con paciencia y sea tolerante pues existe la posibilidad de que no se hayan cumplido los objetivos al 100 %, en casos extremos quizá no se haya siquiera comenzado con la actividad. No desespere, confirme y felicite por lo que se hizo bien.

 

Retroalimente. Una vez que confirme lo que se hizo apropiadamente debe corregir aquellas áreas de oportunidad existentes, entonces volver a fijar metas y la forma en que serán evaluadas, así como el momento en el que se realizará dicha evaluación.