La Candelaria, la joya del suburbio de San Salvador

La iglesia de Candelaria ha perdurado por más de 200 años, soportó  inundaciones, terremotos. Hoy sus feligreses celebran un año más a la patrona del barrio, Nuestra Señora de Candelaria. 

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La corriente arquitectónica de la iglesia Candelaria es neoclásica y neobarroco. 

/ Foto Por Mauricio Castro

Por Nancy Hernández,

2017-02-01 9:00:00

La Iglesia Candelaria ha  soportado terremotos,  torrenciales lluvias y fuertes correntadas de agua  causadas por el desborde de las quebradas La Mascota y Arenal Montserrat.

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Luego de la construcción en 1999 del paso a desnivel, entre la intersección del bulevar Venezuela y la Avenida Cuscatlán, las inundaciones no son problema; pero sí la inseguridad.

El sacerdote encargado de la iglesia desde hace casi 40 años, Fernando José Díaz, explicó que después de la construcción del paso a desnivel los asaltos en la zona incrementaron.

“Ahora solo tenemos unas 60 o 75 personas que vienen a la misa, ya no podemos hacer misa de noche porque es muy peligros”, explicó el párroco. 


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Sin embargo, en la iglesia hay personas que asisten desde hace años, entre ellos el matrimonio Alegría.

Ellos tienen 40 años de casados y 30 de asistir a las misas de la iglesia de Candelaria. Cada domingo viajan desde San Jacinto para escuchar el sermón del padre Fernando.

“Nosotros caminamos con la confianza en Dios, sabemos que él nos protege y nada nos va a pasar”, dijo el señor Alegría.

Su esposa, María Elena, con nostalgia recuerda las festividades de antes, ya que dice que “se ponía bonito” porque llegaban muchas personas a las misas, ruedas, comida típica y todo era más alegre para festejar a la patrona de la iglesia, la Virgen de Candelaria.

El nombre de la Virgen es dado por la candela que tiene en su mano derecha y representa la luz del niño Jesús, a quien tiene en  su brazo izquierdo.

Las festividades en honor a Nuestra Señora de Candelaria iniciaron el 24 de enero y  culminan hoy con una misa solemne,  que  realizan a las 9:00 de la mañana.

Hoy tendría que ser la procesión de la virgen, pero desde algunos años  se realiza un domingo antes a la celebración, ya que si es celebrada día de semana son pocas personas las que asisten. 

Por motivos de seguridad para los fieles, tanto la misa como la procesión se llevan a cabo por la mañana, ya que  indigentes y miembros de grupos delictivos duermen en los alrededores.

 

Memorias

Luz Henríquez tiene 85 años de edad, ella dice que su madre desde pequeña la llevó a la  iglesia. Asegura que tiene muchas experiencias por las cuales estar agradecida con la Virgen y entre ellas es la vida de su hijo, ya que de 13 años a él le dio derrame cerebral, pero ahora tiene 48 años y tiene su familia. 

Luz comenta que cuando estaba joven en más de una vez fue asustada por “el Diablo que salía de la Candelaria”, ‘pues todos los años para iniciar las festividades un hombre se disfrazaba y dedicaba a andar asustando a los feligreses y muchachitas por todos los barrios que están alrededor de la iglesia. 

“Aquí se ponía bien bonito, venía bastante gente, las ruedas se ponían frente de la iglesia y hasta bien noche uno podía andar aquí comiendo y caminando”, recordó. 

Sin embargo, no todos los recuerdos de Luz son gratos, pues con tristeza y sus ojos casi cristalizados recuerda la inundación que ocurrió en 1922. 

“Los ahogados bajaban en las correntadas de agua y quedaban hasta el Arenal que llegaba al río Lempa. La correntada se llevó gente adulta, niños y animales, todos iban a parar allá”,  comentó.

Ella manifestó que es un hecho que difícilmente se le borrará de la memoria porque todos los domingos que va a misa ve la lápida y la cruz que está a un costado de la iglesia en memoria de esas personas. 

Antigüedad

Ahora la iglesia está en un grave deterioro causado por su antigüedad, el reloj hace mucho tiempo dejó de funcionar al igual que el campanario. Este último, según el padre, representa un peligro para la feligresía, pues la vigueta de madera que sostenía las campanas se quebró y estas están en el piso del campanario. 

El problema es que la madera del piso se está picando, por lo tanto de un momento a otro puede romperse y las campanas caer. El temor del padre es que esto ocurra en misa y pueda caer sobre alguien. 

Según el padre, cuando la iglesia fue declarada Patrimonio Nacional los representantes de la Secretaría de Cultura (Secultura) le advirtieron: “usted no tiene ni permiso de meter un clavo”, asegura. 

Y es por esta razón que él no se ha atrevido a hacer las modificaciones o los arreglos necesarios en la iglesia. Aseguró que en muchas ocasiones llamó a la Secretaría para notificarle de los desperfectos, pero solo llegaban a tomar fotos, por ello esta vez desistió de notificar. 

Sin embargo, un vocero de la Unidad de Comunicaciones de la institución aseguró que los trabajos de restauración están a cargo del dueño del inmueble, en este caso la Iglesia Católica, por ello alguno de sus representantes, incluido el padre Fernando, deben de notificar el daño y solicitar la “Licencia de obra”, documento que faculta para hacer la restauración. 

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Antes de emitir este documento la Secretaría debe de hacer un procedimiento que incluye el diseño de planos, evaluaciones de un técnico para determinar el tipo de modificaciones que deben de realizarse y dar la autorización a la persona o institución que haya solicitado el permiso.

Es necesario destacar que en caso de la autorización el costo económico de la remodelación está a cargo de la iglesia.

El padre Fernando hace el llamado a alguna autoridad de la iglesia iniciar el proceso necesario para reparar el campanario, pues este ya tiene dos años de estar en esas condiciones.  El templo es una estructura de más de 200 años de construcción que decora uno de los barrios considerado entre los más peligrosos e inseguros de la capital. La iglesia es una joya arquitectónica e histórica hecha con madera de cedro y bálsamo. Fue construida en febrero de 1816, pero colapso por un terremoto en 1873. En ese mismo año empezaron los trabajos de reconstrucción a cargo del arquitecto, pintor y escultor Pascacio González, quien entregó el nuevo templo en 1879.