Por Genial.guru
El cliente siempre tiene la razón, esta es una ley no escrita en el sector de servicios. Sin embargo, imagina que tu día empezó mal desde el principio, tienes un hambre salvaje, pero parece que no tienen prisa en servirte. Tu primer pensamiento es soltarle lo primero que te viene a la mente al camarero, pero debes decidir qué es lo que quieres realmente: tener razón o comer frío lo que pediste caliente.
Por eso, preparamos para ti una lista de situaciones posibles en las que es mejor no entrar para disfrutar realmente de un gran servicio y buena comida.
“Tengo alergia” (cuando realmente no la tienes):
Cuando dices que eres alérgico, por ejemplo, al gluten, un buen camarero hará todo lo posible para que en tu comida no exista molécula alguna de gluten. Muchos restaurantes, principalmente los europeos, tienen reglas estrictas y laboriosas para preparar platillos para personas alérgicas. Créeme, van a hacer todo lo posible para evitar que sufras un shock anafiláctico. Así que si realmente no tienes alergias y lo que deseas es que te sirvan de una manera eficiente, no menciones este asunto. Se te olvidará y probarás el tiramisú de tu acompañante delante de tu camarero, por lo que el personal de cocina sentirá que le has hecho perder su tiempo.
“¿Tienes menú infantil?” (cuando contigo no viene ni vendrá ningún niño):
Sí, el menú infantil es más económico que el de los adultos, las raciones son un poco más pequeñas y, tal vez, crees que estos platillos se preparan con mayor responsabilidad. Sin embargo, no pidas platillos del menú infantil si no piensas dar a luz en los próximos 20 minutos. Eso te hará ver como alguien tacaño, y esa clase de personas no dejan propina. Esto es algo que los camareros saben bastante bien.
“¡Mesero!”:
Es mejor no llamar al camarero con frases del tipo “¡Hey, camarero!“, ”¡Oiga!” Así como usando silbidos, dando golpes en la mesa o chasqueando los dedos cuando simplemente quieres pedir un vaso de agua. Si haces eso, el camarero te llevará el agua… después de 10 minutos por lo menos.
“¿Cuál es tu platillo favorito?”:
Claro, existen camareros muy responsables que, con mucho gusto, te informarán de sus preferencias reales, y te aconsejarán o advertirán sobre cualquier platillo, guiados por su conciencia. Pero la realidad es que, por ejemplo, el día de tu visita, a la cocina llegó una gran cantidad de pescado y si no se consume se deteriorará. Por lo tanto, la recomendación de todo el personal hoy será… ¡Pescado!
“¡Mi sopa está fría!”:
Si el cliente que antes se quejaba de un mal servicio, un trabajo lento del personal y así sucesivamente, decidió expresar su descontento al notar que su sopa está fría, algunos camareros humildemente irán a la cocina, tomarán la cuchara del cliente y la calentarán con agua hirviendo. Por lo tanto, cuando pruebas la sopa “calentada” de esta manera, tendrás sensaciones dolorosas que realmente te indicarán que está demasiado caliente.
“¡Tráenos agua a todos!” (cuando son más de 6 personas):
Imagina que el camarero llega a la mesa, donde 6 o 7 personas están sentadas y alguien decide que todo lo que necesita es agua para todos. El camarero comienza a ir y volver trayéndola para todos, y finalmente 4-5 ni siquiera la prueban. ¿El camarero estará susceptible o no?
“¿Cuánto más tengo que esperar para que me traigan lo que pedí?”:
¿Estás cansado de esperar tu pedido y llamas al camarero ya por cuarta vez? Tienes derecho, pero es mejor aguardar. Es posible que se hayan olvidado de ti, sobre todo, si el camarero es nuevo. Pero la mayor parte del tiempo no falla la cocina, incluyendo que los platillos no se preparan en un instante. Todo trabajador que se vea entre la espada y la pared, sea camarero o no, pedirá disculpas, alguno sonreirá y otro más buscará venganza.
“Esta tarta casera parece que la compraron en la panadería de la esquina”:
El mito de la cocina casera es realmente un mito, en la mayoría de los casos. Simplemente, las historias de que ya es la décima generación de los Hobbits laboriosos que han transmitido la receta divina de generación en generación y se preocupan en exceso por la calidad y su propio nombre, son muy agradables para endulzarte los oídos. Lo más probable es que esa tarta, realmente, fue comprada en la panadería de la esquina, o al menos un trozo; de ser casera, te costará como una entera si vas a la de la esquina.
“Primero pedimos las bebidas y luego decidimos” (si no piensas pedir nada más):
Si le das a entender a un camarero que pedirás pronto algo más, intentará estar cerca de tu mesa o en alerta para darte un buen servicio. Por lo tanto, si cuentas con volver a este sitio pronto, mejor no lo defraudes.
“Soy su cliente habitual” (un desagradecido que nunca deja propina):
Imagina a un cliente al que le gustó un establecimiento acogedor, pero cada día ataca al camarero por la composición de los platillos, critica la calidad de las comidas y, lo peor, es un tacaño que no deja propina. El esquema de la ”lealtad” es predecible. Primero, lo dejarán en una mesa lejana donde los camareros aparecen una vez por hora, los platillos no gozarán de abundante comida y no quedará para nada satisfecho.
Cómo ganarte el amor eterno de los camareros
Ganarte el amor de los camareros en todo el mundo es muy fácil: es suficiente con ser educado y justo si surge un malentendido y agradecido si te gustó el servicio y la cocina. Ese es el secreto.
Pero si quieres el respeto y honor eternos, te ayudarán estos pequeños trucos:
Llámalo por su nombre. Cuando el camarero te diga: “Hola, soy Carlos, ¿qué puedo servirle?“. Siempre le alegrará escuchar: ”Hola, Carlos, encantado“.
Cuando visites la próxima vez este establecimiento pide que te sirva el mismo camarero, a lo mejor ni se acuerda de ti, pero va a tratar de atenderte muy bien.
Confía en tu camarero: si le dices: “Es la primera vez que venimos aquí, queremos algo especial y contamos con este presupuesto”. Conseguirás su respeto, honor y, a lo mejor, un platillo por cortesía de la casa.
Sé generoso dejando propina, si piensas volver antes de que los camareros se olviden de ti o quieres visitar a menudo este establecimiento. Aunque tampoco te excedas, la propina debe ser un plus, recuerda que tú pones el límite.