Desarrolladores chinos están por construir una nueva capital para Egipto, ciudad que estará muy cerca de El Cairo pero que, al menos en teoría, va a solucionar muchos de los problemas que agobian a la actual metrópoli.
Construir una nueva ciudad para reemplazar otra sucedió en este suelo: Nueva San Salvador fue creada y agrandada para proteger a los entonces capitalinos de potenciales terremotos.
Ciudades fueron creadas a medida que una población era lo suficientemente grande para asentarse, como hubo otras, siendo Washington D.C. el caso más importante, para servir como capital de la nueva República. E igual se puede decir de las capitales de los nuevos estados de la Unión Americana a medida que tomaban forma.
El Cairo es una ciudad que creció al otro lado del Nilo, para sustituir el viejo Menfis, la capital de los faraones. Pero la ciudad nueva más importante de Egipto fue Alejandría, fundada por Alejandro Magno, que en sus correrías por el mundo fundó muchas otras Alejandrías, de las cuales ninguna sobrevive.
Y en todo el mundo nuevas capitales han proliferado: Bagdad es un retoño de Babilonia (Babilonia, la gran ramera del mundo según la Biblia), Nueva Delhi surgió de la vieja Delhi… hasta llegar a la aberración de Brasilia, la forzada capital de Brasil, parto de Juscelino, de quien se dice que era dueño de toda esa comarca.
Las ciudades nacen, crecen, se desarrollan, cambian y llegan también a morir. El caso más patético es el de San Salvador, su “Centro Histórico”, matado –sí, matado– por una desgracia de alcalde y las tropelías de la extrema izquierda durante los disturbios y marchas que antecedieron las ofensivas finales.
Y lo que queda del cascarón puede terminar de liquidarlo esa gran luminaria que es el viceministerio de Transporte, el de la Gran Cárcava del Tutunichapa y padre putativo del Sitramss, engendro que ha partido en dos la capital pero que es anticonstitucional.
San Salvador ha ido moviéndose al surponiente y además está casi para enlazar con Santa Tecla vía Antiguo Cuscatlán y Ciudad Merliot.
Los efemelenistas además tuvieron la gran pensada de oponerse a los anillos periféricos, oposición que embotelló el tráfico en toda esa zona.
A muchos les queda el recuerdo
de nuestra vieja, amable capital
A causa del creciente descalabro económico cada vez hay menos construcción nueva e importante en San Salvador; muchas empresas y negocios operan desde casas remodeladas. Y mucha gente dice tener largo tiempo “de no bajar a la capital”, sino que se mueve en las áreas desarrolladas desde los Ochenta.
Una frase francesa resume lo que hace la construcción y por contraste lo que pasa cuando hay poca nueva obra: allí donde se construye sigue todo lo demás; si no se construye, nada irá detrás.
Es claro a este respecto que a causa del desaforado e irresponsable endeudamiento del gobierno –se endeuda para mantener su despilfarro y una burocracia afín y obediente–, los créditos para construir, como para todo, son más costosos, lo que afecta a los usuarios (personas que quieren vivienda, nuevas oficinas e instalaciones fabriles, etc.) y el bienestar general, lo cual es una gran tristeza para los que conocieron San Salvador en los años posteriores a la Segunda Guerra, antes de las depredaciones de la extrema izquierda; una relativamente pequeña ciudad con su encanto, muy segura, donde el buen trato y la cortesía eran base de la vida de todos.