La historia de un hombre exitoso que no sabía leer ni escribir

Una vida que vale la pena imitar 

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2017-02-22 8:13:00

Por Genial.guru - Imagina un minuto que entrando a una tienda no puedes leer los ingredientes en los empaques de alimentos, o que no puedes revisar tu correo, pagar los recibos o incluso contestar un simple mensaje de texto. ¿Cómo sería nuestra vida si no domináramos una cosa tan sencilla como lo es la habilidad de leer y escribir?

Compartimos contigo la historia de una persona que trabajó durante muchos años en una escuela siendo absolutamente analfabeta.

Desde que John Corcoran tiene recuerdos, la lectura nunca se le ha facilitado. Las letras siempre se cambiaban de lugar y las consonantes y vocales eran para él lo mismo. En la escuela se sentaba inmóvil y quieto en su pupitre intentando con todas sus fuerzas volverse invisible.

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Tal vez su vida hubiera sido diferente, pero en los 50 del siglo pasado nadie sabía de dislexia. En segundo grado fue catalogado para siempre como un retrasado mental, y en el tercer grado lo castigaban cuando se negaba a leer. Así transcurrieron sus años de escuela.


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“Recuerdo que cuando tenía 8 años, le pedía a Dios: ‘Por favor, que mañana cuando me toque leer, lo pueda hacer'”.

Para ocultar su analfabetismo, Corcoran empezó a comportarse mal, por lo cual siempre lo corrían del salón y lo suspendían. “Presentaba tareas de otros, robaba las pruebas y les pedía a mis amigos que hicieran los deberes por mí. No entendía qué estaba escrito ahí pero sabía que no tenía otra opción”. De esta manera, con trampas, logró terminar la escuela y graduarse en 1956.

Se descubrió que John era bueno jugando baloncesto, y esto fue lo que le permitió entrar a una universidad donde lo esperaba una beca deportiva y un lugar en el equipo de básquetbol.

Los estudios en la universidad se conviertieron en una verdadera prueba y tuvo que perfeccionar su talento de disimulador. Siempre reunía información sobre los maestros, qué tipo de preguntas solían hacer. Deslizaba su bolígrafo por las hojas de su cuaderno fingiendo que estaba escribiendo y luego las arrancaba y las tiraba para que nadie supiera que no sabía escribir. Pasaba horas mirando libros fingiendo que estaba leyendo.

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Usando diferentes trucos, logró terminar la universidad e incluso titularse como “maestro de inglés”. En aquel entonces había escasez de maestros: así fue como John Corcoran se convirtió en el maestro que no sabía leer ni escribir.

Cada día en el salón ponía a algún estudiante a leer las tareas del libro y luego a escribir en el pizarrón. Les daba pruebas estándares que podía revisar sobreponiendo una hoja que le servía de plantilla. Así trabajó en diferentes escuelas durante 17 años.


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“Siendo maestro, de verdad me dolía pensar que no sabía leer. Era una vergüenza para mí, para el país y para la escuela”.

En 1965 John conoció a su futura esposa Kathy. Le confió su secreto: “Debo contarte algo“, le dijo antes de la boda. ”No sé leer“. Toda su vida juntos, ella leía y escribía papeles y cartas por John… ¿Por qué no se lo enseñó? Porque él estaba seguro de que nadie le podía ayudar.

Al cabo de un tiempo, compró una casa y la rentó, luego otra y otra más. Durante un tiempo, su negocio fue bien hasta que la suerte lo traicionó y el negocio cayó, dejándole un montón de deudas.

En otoño de 1986, cuando cumplió 48 años, John empeñó su propia casa para pagar una parte de sus deudas, y luego fue a una biblioteca de la ciudad que contaba con un taller de lectura, se le acercó a la mujer que estaba a cargo y le dijo: “No sé leer”. Y lloró.

Usando un método fonético, lenta y pacientemente, letra por letra, le enseñaron las letras. Un año después, su negocio empezó a revivir y John aprendía a leer. Intentaba leer todo lo que tenía palabras: libros, periódicos, revistas, frases en empaques de alimentos… Leer era tan maravilloso como cantar.

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Un día entendió que podía hacer lo que debía hacer hace 25 años. Encontró en el ático una caja llena de polvo, la abrió, sacó de ahí una pila de hojas amarillentas y leyó las cartas de su esposa, las que le había escrito cuando apenas se conocieron. En ellas, Kathy le decía cuánto lo amaba.

En una conferencia en San Diego, exponiendo enfrente de doscientos empresarios asombrados, John Corcoran dijo que llevaba el negocio sin saber leer ni escribir. Se convirtió en un miembro del consejo municipal para luchar contra el analfabetismo e incluso en autor de dos libros: “El maestro que no sabía leer“ y ”El camino hacia el alfabetismo”, así como también creó una fundación que se dedica a enseñarles a las personas que no saben leer ni escribir.