SAN MIGUEL. Era casi mediodía de un martes. Mabel y José, una pareja de esposos residente en el cantón Taburete Claro, de Jiquilisco, Usulután, salió del Hospital Nacional San Juan de Dios, de San Miguel. Avanzaron despacio por la calle. Él estaba muy débil por su problema de insuficiencia renal, y ella, con dos maletas en mano, no tenía margen para maniobrar.
Fue un día de consulta para José, quien en ese momento atravesaba una crisis. Salieron del centro asistencial con la instrucción de volver el siguiente día para hacerle la hemodiálisis; pero también con el dilema ¿ cómo ir y venir en tan corto tiempo?, sobre todo porque en esas condiciones para él sería un suplicio subir y bajar de los cuatro buses que tienen que transbordar.
De suerte Mabel recordó que el año pasado una enfermera le dijo que cerca del hospital había un sitio en donde les podían dar albergue y hacía allí encaminaron sus pasos bajo el abrasante sol.
En efecto las puertas de la Casa del Peregrino Divino Niño Jesús, de la Parroquia San Nicolás, están abiertas para pacientes de escasos recursos y sus familiares, quienes llegan de lejos, incluso desde Honduras y Nicaragua, pero debido a los requerimientos médicos se ven obligados a quedarse.
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Ese día en la Casa del Peregrino se dio albergue a esta pareja y a otros que llegaron en busca de amparo, incluyendo a una señora que por su seguridad llamaremos Blanca. Ella junto a una hija tuvo que quedarse porque al día siguiente le darían fecha para operarla de la nariz, y además andaban en busca de donantes de sangre.
Impacto
El sacerdote William Leodan Hernández, quien dirige la mencionada parroquia, explicó que desde hace cuatro años que el centro empezó a funcionar, hasta la fecha, han pasado por allí aproximadamente 40 mil personas, entre pacientes y familiares que los acompañan.
El centro, que tiene capacidad para recibir simultáneamente a 45 personas, es un lugar muy limpio y acogedor, pero quienes se abocan a el tienen que comprobar que lo hacen porque tienen programado pasar una consulta o tienen paciente internado.
Según el religioso algunos de los peregrinos se han quedado por varios días, pero la mayoría solo han llegado por el día a tomar desayuno, ducharse, a descansa, lavar su ropa, o cenar para luego volver al hospital a cumplir con algún procedimiento médico o cuidar a su enfermo.
En muchas oportunidades es el mismo personal del hospital es el que orienta a los pacientes para que busquen ayuda en este refugio, tal como ocurrió con Mabel y José.
¿Cómo nació la idea de la Casa del Peregrino? El párroco precisó que la iniciativa de fundar este sitio surgió precisamente porque veían como mucha gente pobre, que llegaba al centro hospitalario a ingresar a algún familiar, se veía obligada a dormir en las aceras del mismo o a pedir comida en las cercanías.
El proyecto se concretó cuando a nombre de la Diócesis de San Miguel pudieron comprar la vivienda en donde están ubicados, frente al centro asistencial. Esto gracias a la ayuda de un grupo de sacerdotes de Cleveland, Estados Unidos, del Consejo de Pastoral y de la Asociación de Devotos del Divino Niño Jesús.
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Trato digno y equitativo
José Israel Díaz, miembro del Comité Administrador de la Casa del Peregrino, afirmó que allí se atiende a las personas sin distinguir de raza, sexo o religión, pero todas tienen que atender una serie de reglas de convivencia, entre ellas respetar los bienes de los demás.
El 40 % de los beneficiarios que se quedan por varios días son personas con problemas renales como José, y otro 40 % son mujeres embarazadas que llegan al hospital pero aún les faltan horas o algunos días para dar a luz.
A quienes llegan se les da desayuno, cena, una cama donde dormir y en algunos casos también artículos de higiene personal que necesitan mientras permanecen allí, como pasta dental, jabón de baño, jabón para lavar, shampú, en algunos casos incluso hasta ropa para que se cambien.
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Pero además de esos beneficios los peregrinos también tienen la oportunidad de recibir consuelo espiritual, porque antes de tomar los alimentos se hace una oración y hay reflexión por la noche.
Díaz comenta que el centro se sostiene por medio de donaciones que dan los fieles de la parroquia, empleados del hospital y otros donantes altruistas, pero también subraya que necesitan más apoyo económico porque lo que invierten en alimentos es significativo, además deben pagar el salario de dos empleadas, pagar los servicios básicos, comprar gas, y requieren sustituir varios electrodomésticos que ya se deterioraron por el uso constante.
“Les hago una atenta invitación a todas las personas de buen corazón que quieran sumarse a esta obra, formar parte el Plan Padrino o donar artículos de primera necesidad que son básicos para cualquier casa. Le llamamos casa porque tratamos de que las personas que vengan se sientan como en su propia casa. La alimentación que les damos es balanceada, humilde pero digna”, citó el miembro del Comité Administrador.
Los interesados en colaborar pueden contactar al número telefónico de la Casa del Peregrino 2660 5902 o al de la Parroquia San Nicolás 2661 2638. Para José Israel Díaz en a actualidad se hace necesario que este tipo de proyectos se replique entorno a los hospitales que están en distintos puntos del país.