“Yo no creo que el pueblo salvadoreño sea violento”, expresó con contundencia el doctor David Escobar Galindo, uno de los firmantes de los Acuerdos de Paz entre la exguerrilla del FMLN y el Gobierno salvadoreño, en Chapultepec, México, aquel 16 de enero de 1992.
Al exponer en el foro organizado por El Diario de Hoy, el académico fundamentó que durante la guerra, en el terreno, una parte era apoyada por Estados Unidos y la otra por la ex Unión Soviética, en aquel momento de la Guerra Fría, y que tenían la fuerza para imponerse; sin embargo, ¿por qué ninguna de las fuerzas obtuvo una victoria militar? La respuesta es simple y sencilla: porque el pueblo salvadoreño no se inclinó suficientemente a favor de ninguno; más bien se fue apartando”, respondió.
“El pueblo salvadoreño es mucho más inteligente y consciente de lo que nos imaginamos”, subrayó Escobar Galindo.
Entre tanto, Joaquín Samayoa aseveró que había que entender los tipos de violencia y cuáles son sus orígenes, “porque vemos a países que no pasaron por un conflicto como el nuestro y que tienen maras, tienen violencia de otro tipo; y al revés: países que sí pasaron por situaciones similares a las nuestras (de efervescencia política) como Nicaragua, Chile y Argentina, donde no se ha dado el fenómeno que tuvimos en El Salvador”.
De ahí que vincular “simplistamente” la violencia de las maras con la política y la guerra, el observador político dijo que hay “mucha tela que cortar”.
Riesgo de “volvernos violentos”
El psiquiatra José Miguel Fortín coincide con Escobar Galindo y Samayoa, pero advierte que existe la amenaza que “nos podemos volver violentos al igual que otra sociedad si caemos en pérdida de control”.
Pero frente a la ola de homicidios en “tiempos de paz”, ¿estas realidades nos han vuelto insensible y deshumanizados a los salvadoreños?
Fortín Magaña responde que frente a las diversas repercusiones de los hechos, el salvadoreño ha dejado ver o dar el valor de la vida humana.
“Cada día estamos expuestos a cualquier cantidad de abusos de otras personas: como el que estaciona el furgón sin importarle el obstáculo que causará a miles de vehículos que están pasando, el que no respeta la ley que impide circular, cargar y descargar a ciertas horas, y una lista interminable de situaciones que son para hervir la sangre de cualquiera…. ¿Cuándo reaccionamos violentamente en esos casos? Casi nadie. En otros países cualquiera se baja y golpea a otro o le saca la pistola y le dispara”, explicó.
Escobar Galindo citó la desintegración familiar, la escasa educación, el mal servicio del transporte público como factores que propician la violencia en el país.
Samayoa afirmó que otros de los factores que inciden en la violencia ha sido la “tremenda” presión que hay sobre los centros urbanos y la proliferación de bolsones de marginalidad caracterizados por hacinamiento y condiciones que son caldo de cultivo para la intolerancia.