Salarios, realidad y autoritarismo

Un sector productivo responsable jamás se opondrá a que se aumente el salario mínimo.

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Foto Por elsalv

Por Federico Hernández Aguilar*

2017-01-10 8:45:00

¿Quién puede estar en contra de aumentar los ingresos de las personas? Si los salarios se determinaran por los buenos deseos, todos los empresarios del país, casi sin excepción, los incrementarían. El problema es que el salario no es resultado de las meras intenciones, por magníficas que sean, sino de la sumatoria de condiciones económicas que hacen sostenible una inversión: productividad, seguridad (física y legal) de las empresas, competitividad, incentivos, carga laboral y el balance de costos adicionales que una empresa paga para operar.

¿Por qué la mayoría de micro y pequeñas empresas formales no pueden ofrecer más del mínimo? ¿Es porque sus propietarios son unos explotadores que no tienen consideración alguna por sus empleados? No. Si pagan esos salarios es porque su subsistencia en la economía depende de que los costos con que operan no sean mayores que su rentabilidad. Si un microempresario se pone a incrementar salarios sin medir lo que su empresa está ganando, o dejando de ganar, irá a la quiebra irremediablemente. Por tanto, es la compleja realidad de la empresa, moviéndose en una economía particular, lo que determina qué tipo de salarios podrá ofrecer a sus colaboradores.

¿Y cómo es nuestra economía? ¿Qué características se observan en el panorama empresarial del país? Inestabilidad fiscal, inseguridad jurídica, acoso delincuencial y muy pocos incentivos para subsistir, ya no digamos para poder crecer. Somos la economía más deprimida en la región y la que menos inversión atrae. Nuestros índices de competitividad se han desplomado. La informalidad es galopante. Proveedores del Estado sufren impago. (Y agreguemos un par de etcéteras).

Cuando se fijan salarios sin atender las señales de alerta que manda el propio entorno económico, los efectos pueden llegar a ser nocivos. Las empresas pequeñas que no tienen la capacidad para absorber esos aumentos se enfrentan a cuatro opciones: reducir personal (o dejar de contratar gente), subir el precio de las cosas que producen, pasar a la informalidad o desaparecer. Si un buen número de empresas micro o pequeñas toman cualquiera (o varias) de estas duras decisiones, la economía en general termina sufriendo el impacto, porque el desempleo aumenta, los precios de los productos van para arriba o los trabajadores que antes tenían prestaciones las pierden cuando la empresa en la que laboran pasa a la informalidad.

Se trata de un efecto “cascada” que termina afectando a todos, porque hay menos trabajo disponible, los costos de producir se elevan, la inflación aparece y se reduce la tributación al fisco. Nos volvemos menos competitivos y disminuye nuestra productividad. Para colmo, bastante del dinero que el trabajador recibirá como aumento lo va a perder cuando comience a pagar más por lo que hoy consume.

Un sector productivo responsable jamás se opondrá a que se aumente el salario mínimo, pero sí señalará que existen condiciones previas para que los aumentos salariales rindan el beneficio que se busca para los trabajadores. En el caso de la discusión actual del salario mínimo, las gremiales nunca rechazaron los aumentos; lo que advirtieron es que cualquier incremento al que se llegara debía hacerse sobre la base de estudios técnicos e incorporando una necesaria gradualidad, de manera que se pudieran proteger las fuentes de empleo y se evitara poner en riesgo la competitividad y productividad de las empresas, con énfasis en las micro y pequeñas.

El gobierno, lamentablemente, además de rechazar desde el principio esta discusión técnica, se aferró con uñas y dientes a su propuesta inicial, hasta que procedió a una burda imposición de montos desnaturalizando a la entidad tripartita encargada de discutir el salario mínimo. ¿Así será de ahora en adelante la relación del oficialismo con los sectores productivos? Es preocupante.

En lugar de tomarse instituciones para decretar aumentos salariales arbitrarios, lo que el gobierno debería hacer es crear un clima favorable a la inversión. Por la vía del populismo y la confrontación no habrá forma de estabilizar la economía.
 

*Escritor y columnista 
de El Diario de Hoy