En un sofocante momento a un hombre que está al borde de la desesperación le dan una bebida helada, que el desafortunado se toma con avidez sin darse cuenta que el brebaje está envenenado…
Es eso lo que está haciendo el gobierno del país al decretar salarios mínimos que son insostenibles; el supuesto aumento al salario equivale a un veneno, pues en lugar de beneficiar al conglomerado, va a causarle graves daños que pueden ser irreparables.
Todo incremento de salarios es siempre un aumento en los costos de operación de cualquier sector o actividad, costos que se pasan al precio, la calidad y la disponibilidad de bienes y servicios, afectando todo lo que se compra, vende e intercambia en un país.
Quiérase o no, los salarios se pagan por todos, indistintamente de si una persona tiene o no un empleo, si come bien, si come mal o si come basura como los pobladores tienen que hacer en Venezuela.
Las economías de los países están siempre expuestas a inesperados problemas; un ejemplo que suele darse es el de la carga que los beduinos ponen encima de los camellos: van agregando peso hasta llegar a la paja que rompe el espinazo del animal y lo mata.
Queda por verse si el gran y noble “camello” que es nuestra tierra puede resistir las varias “pajas”, o sea cargas, que el gobierno le está colocando encima, que son:
–el salario mínimo, aprobado por un grupo de sujetos que no representan ningún sindicato real pero que obedecen sin chistar lo que les manda el oficialismo;
–los nuevos impuestos que se anuncian, cuya cuantía y naturaleza aún se desconoce pero que suma al saqueo que los oficialistas vienen perpetrando desde hace siete años;
–otro intento por robarse los fondos de pensiones, esta vez amenazando con la “estatización” del sistema, lo que choca con las garantías constitucionales del derecho elemental a la propiedad, un derecho democrático fundamental;
–las marchas y las griterías de grupúsculos contra la Sala de lo Constitucional, la ANEP (que representa a cerca de un millón de trabajadores y miles de centros de trabajo) y los sectores productivos;
–la pública y descarada adhesión del oficialismo a dictaduras como la nicaragüense, la venezolana y, en primera línea, la castrista.
Un espionaje generalizado
pero no contra pandilleros
Los espionajes que partidarios izquierdistas realizan contra tanques de pensamiento (Fusades, entre ellos), personalidades de la política o del quehacer nacional, opositores… lo que no hacen, o hacen muy mal respecto al crimen organizado. Espionaje contra los honestos pero no contra las pandillas, con las que pactan en tiempos electorales.
A lo que debe agregarse el permanente hostigamiento y descalificación que de la Presidencia hacia abajo y los lados se realiza día a día, pagando con fondos públicos publicidad hostil, dineros que se restan a los servicios de salud, a educación, al pago de proveedores, al mantenimiento de infraestructura.
Los talibanes más talibanes de la extrema izquierda en este suelo buscan aniquilarlo todo para, en esa tierra arrasada, levantar una gloriosa “sociedad sin clases”, la utopía, el sueño comunista.
Pero al arrasarlo todo y como Noé, la dirigencia se mete en su arca particular para guarecerse de la tormenta, junto con animales de toda especie con los cuales repoblar El Salvador que estará en la total ruina.