Sepultureros comparten sus historias de espanto

El Cementerio de Santa Tecla no solo es atractivo por sus esculturas y capillas, si no por las historias que se cuentan sobre brujería, espíritus y otros seres extraños. Dos sepultureros hablan de los terroríficos momentos que vivieron en el camposanto.

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elsalvador.com

Por Diana Orantes

2017-01-12 5:23:00

Aunque algunos creen que los fantasmas, espíritus y seres mitológicos no existen, otros están convencidos de que viven entre nosotros.
Adán y Juan Olmedo son dos pantoneros del Cementerio Municipal de Santa Tecla y han laborado ahí por más de 35 años.

Ambos tienen muchas historias que contar porque están convencidos que todo es real, aunque no tengan una explicación para ello. 

UN ENCUENTRO FUERA DE LO COMÚN

A la edad de 11 años Juan Olmedo llegó al panteón de Santa Tecla y prácticamente ha trabajado ahí toda su vida. Entre tantas anécdotas que contar recuerda en especial una: cuando vio “al demonio”.

“Andaba yo caminando cuando me lo encontré. Le dije: usted qué anda haciendo aquí a esta hora, eran las 12. Yo ando viendo los muertos, me contestó. Satanás era altísimo y llevaba sombrero, pasó de lado y lo vi salir por el portón del cementerio”.

 Tras los aullidos de los perros que dejó a su paso, aparecieron dos almas esa misma noche.

“Vi a dos sujetos que caminaban de la mano, iban tiesos y se dirigieron a la parte del cementerio donde están sepultadas las personas no identificadas, allí desaparecieron ante mis ojos”, relató.

El actual director del panteón, Nelson Salazar, está convencido de que la zona donde descansan los restos de gente no identificada, está cargada de mucha energía negativa. 

“Al pasar por ahí siento que me halan, antes me daba escalofrío pero ahora sé que son ellos y es porque sus almas todavía están penando”, declaró Salazar.

EL EXTRA??O SER DE LA NOCHE

Otro de los panteoneros es Adán, quien ha trabajado 36 años en el cementerio y asegura haber visto cosas siniestras. 

Explicó que hace algunos años los cultos satánicos dentro del recinto eran algo recurrentes. En varias ocasiones encontró estatuas de la Santa Muerte, muñecos amarrados, fotografías dentro de botellas y cadáveres con los ojos cosidos.

Pero una de las experiencias más fuertes sucedió una noche de 1986, cuando trabajaba en la morgue del cementerio y su tarea era recibir los cadáveres.

“Yo vivía solo en un cuarto dentro del cementerio. Una vez como a eso de las 11:30 de la noche oí  un carro e imaginé que traían un cuerpo, así que salí a recibirlo. Cuando llegué al portón del cementerio el auto se había alejado”, comenzó a narrar.

“De igual manera eché un vistazo para ver si habían tirado un cadáver, pero no había nada. Antes de entrar al portón me detuve, miré hacia atrás y fijé la vista en un árbol de mango que estaba como a 10 metros. Abajo descubrí que había una figura, un bulto raro como que buscaba algo en el suelo, cojeaba, se le movía raro la cabeza y no podía distinguir si era hombre o mujer”. Adán recuerda que el ser parecía perdido y arañaba las paredes.

Cuando se aproximó a él no pudo verlo y hasta la fecha no sabe qué era exactamente. 

Sin duda que estas historias alimentan la imaginación para disfrutar un recorrido por alguno de estos cementerios.