Amigos y héroes de lo cotidiano

Como Ulises, aún ahora, aunque el mundo se presente carente de esperanza por las guerras, violencia y corrupción, existen héroes de lo cotidiano que, en el anonimato o con perfil bajo, nos ayudan a los hombres a “volver a casa”.

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elsalvador.com

Por Jaime García Oriani*

2017-01-14 4:09:00

Homero, el literato griego al que se le atribuye la autoría de la Ilíada y de la Odisea, ha trascendido espacio y tiempo gracias a sus obras, al inspirar, con sus poemas épicos, otros mitos, narraciones, leyendas y discusiones sobre el humano mismo. Aunque fueron escritas aproximadamente en el siglo VIII a.C., llegan hasta nuestros días y siempre tienen algo que decir a la humanidad. Con razón decía el filósofo Alejandro Llano que los clásicos, lejos de ser los más antiguos, son los más actuales, porque han alcanzado lo que es universal y permanente en el hombre. 

Encontramos en la obra homérica figuras heroicas como Aquiles, Agamenón y Ulises que, lejos de ser seres perfectos como podríamos creer actualmente que debe ser un héroe (quizás por el influjo de las series y películas de superhéroes), logran anteponerse a sus defectos y a las dificultades gracias a su virtud y abnegación. 

Una de las figuras que me resultan más atractivas es la del protagonista de la Odisea, Ulises, quien, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, procurando salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. 

Alessandro D’Avenia, escritor italiano y estudioso de los clásicos griegos, afirma que la identidad de Ulises es la de un hombre que intenta salvar su vida y la de sus amigos, sus compañeros, y que es posible “justamente porque no está replegada sobre sí misma, sino que se proyecta hacia el otro, por lo que salvarse a sí mismo y salvar a sus compañeros acaban siendo la misma cosa. Hablar de Ulises es hablar, a la vez, de sus compañeros, amigos, de Ítaca, su tierra, la tierra de los ancestros”.  

Como Ulises, aún ahora, aunque el mundo se presente carente de esperanza por las guerras, violencia y corrupción, existen héroes de lo cotidiano que, en el anonimato o con perfil bajo, nos ayudan a los hombres a “volver a casa”, haciendo más habitable la Tierra con su ejemplo, sacrificio, trabajo bien hecho y entrega a los demás. Se trata de personas que ven en el otro no un algo, sino un alguien, un compañero al que siempre se le puede echar una mano.
  
Al escribir estas líneas, pienso particularmente en Mario, un enamorado de la vida y de la bondad, un amigo que nos ayudó a tantos, mostrándonos con cada una de sus acciones que, en este mundo abrumado por lo superfluo, es posible encontrar un recorrido seguro, no exento de sacrificio, para llegar a puerto y volver a la patria. Y él se nos adelantó en este camino. 

Muy acertadamente un amigo lo describía. Mario vivió cada momento con intensidad, como si fuese el último. Le encantaba la música, el baile, la cocina y las risas. Tenía un gran sentido del humor, fruto de su nobleza y sencillez. Le encantaba hablar con la gente, pero no se trataba de una simple plática o cordialidad; realmente se interesaba por ellos. Cuántos habrán agradecido que un extraño llegara a hacerlos sentir especiales.

También era honesto y sincero. Sabía lo que significa realmente la amistad, pues siempre evitó las apariencias y otorgaba realidad. Con palabras del escritor Vasilij Grossman, un verdadero amigo “es aquel que, amando, desenmascara tus debilidades, tus defectos y tus vicios”. Lo hacía movido únicamente con el propósito leal de ayudarte a ser una mejor persona.    

Mario nos enseñó que es posible vivir la enfermedad con optimismo, alegría y generosidad. Hizo fecundo el dolor, al mostrarnos que éste no es excusa para ensimismarse y dejar de pensar en los demás. Al igual que Ulises, él también tuvo a su Penélope, familia y amigos que le sirvieron de motivación para vencer las tempestades. Esta dinámica de dar y recibir mutuamente, nos mostró que el amor es desinteresado y que ayuda a sobrellevar la adversidad. Esta lógica del amor ayudó a entender que el dolor es como las sombras en un cuadro que dan relieve y permiten apreciar la luz. 

¡Cuánto podemos aprender de estos amigos que son héroes de lo cotidiano! 

*Periodista. 
jaime.oriani@eldiariodehoy.com