Otra vez la misma piedra

El país ya no está para diálogos estériles, cuyo costo los pagan los pobres de siempre. Los salvadoreños ya sabemos qué queremos: vivir en paz, tener un trabajo, gozar de la libertad y desarrollarnos en democracia.

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El Centro Escolar Cantón San Bartolo, de Ilopango, enfrentó en los primeros días del año una protesta de un grupo de maestros que fueron subutilizados por baja matrícula.

/ Foto Por Archivo

Por Jorge Daboub*

2017-01-22 7:51:00

Cuando era guerrilla, el FMLN se hizo experto en el uso de explosivos camuflados llamados trampas caza bobos. Con esos artefactos bélicos, que engañaban pareciendo objetos inofensivos, la exguerrilla acabó con la vida de miles de salvadoreños y dejó lisiados a otros muchos. 

Actualmente, los del FMLN usan una táctica parecida, solo que hoy, en lugar de utilizar detonantes usan falacias políticas con las que engañan a sus adversarios y a la sociedad, y los distraen de las verdaderas causas de los problemas del país.  Con este artificio han logrado que incluso sus rivales se dediquen a generar “supuestas” soluciones que permiten al oficialismo ir paliando la situación y obtener más recursos con qué financiar su revolución política.

Una de las trampas políticas que le ha resultado al Frente es la que tiene que ver con las finanzas públicas. Le han hecho creer a la sociedad que el país tiene una crisis fiscal por falta de presupuesto o de más recursos. La realidad es que la única crisis que existe es la de su modelo fracasado.  

Con este embuste quien hacer creer que si no se aprueban presupuestos estatales mentirosos, como el que aprobó la Asamblea Legislativa para 2017, se van a perder programas sociales, no se podrá combatir la delincuencia y no habrá inversión pública, entre otras falsedades. La trampa de la falta de recursos es parecida: si no se aprueba más deuda (préstamos o LETES)  o más impuestos, las finanzas del Estado colapsarán y el país caerá en impago.  

Ya se ha demostrado, con cifras oficiales, que –vía préstamos y la creación de más de veintiún nuevos impuestos– los dos gobiernos de izquierda han sido los que más dinero han tenido en toda la historia de El Salvador, y aun así no han podido resolver los problemas del país, al contrario, los han empeorado. 

El verdadero problema es que al gobierno no le alcanzan los miles de millones que recauda de los salvadoreños porque los despilfarra en acciones populistas, compra de voluntades, ataques sistemáticos a las instituciones democráticas, propaganda innecesaria, contratación de activistas en las instituciones públicas y otra serie de actividades que le salen caras a la ciudadanía y que solo tienen el propósito de avanzar el proyecto antidemocrático del Frente.

En consecuencia, la solución al supuesto problema fiscal no consiste en darle más dinero al gobierno, sino en hacer que toda la administración pública sea más austera, eficiente y transparente.  Para eso no se necesitan mesas de diálogo, sino una oposición firme, una ciudadanía empoderada y una efectiva contraloría por parte de las instituciones democráticas y la sociedad civil.

Otra trampa consiste en asegurar que para mejorar la seguridad necesitan de más recursos y de la participación de todos. Falso. Cada año se les aprueba más dinero para el área de Seguridad a través del Presupuesto; se les aprobó el impuesto a la telefonía;  y en cuanto a recomendaciones, hasta se dieron el lujo de rechazar la propuesta del exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani y muchas otras que se les han presentado.

La verdad es que la seguridad no mejora porque el modelo de negociar con la delincuencia no les ha funcionado. 

Pero el quizás más grande engaño está por fraguarse. Se trata de la trampa de iniciar un gran diálogo nacional para diseñar un nuevo “acuerdo de nación”  utilizando como anzuelo los Acuerdos de Paz que, gracias a Dios, pusieron fin al conflicto armado, pero no a la trasnochada idea de la revolución socialista. Con este tipo de simulacros lo que buscan es ganar tiempo, distraer las voces en contra y hacer sentir a todos la ilusión de estar participando en la construcción de una nueva sociedad. 

Y mientras hacen llamados a la unidad nacional, los funcionarios y dirigentes del FMLN no cesan de atacar a la Sala de lo Constitucional, desacreditar a empresarios, promover leyes nefastas, negociar con delincuentes, aplicar impuestos a la gente, acosar a organizaciones del sector privado y sembrar el odio entre hermanos.

Los hechos nos indican que los que siempre han estado tratando de destruir la democracia, de dividir a la sociedad, de trastocar la Constitución y de eliminar todo viso de oposición jamás van a tener la intención sincera de llegar a acuerdos, a menos que estos acuerdos les permitan avanzar en su modelo socialista.

El país ya no está para diálogos estériles, cuyo costo los pagan los pobres de siempre. Los salvadoreños ya sabemos qué queremos: vivir paz, tener un trabajo, gozar de la libertad y desarrollarnos en democracia. 

Los problemas que enfrentamos se deben principalmente a que los excomandantes del FMLN –hoy en el gobierno– no se quieren convencer de que su modelo dictatorial ha fracasado en todas las latitudes, con todos los pueblos y culturas que lo intentaron, en todas las circunstancias, y bajo la dirección de todo tipo de líderes.

Lo que debemos hacer es exigir un verdadero cambio de rumbo y no perder el tiempo en discusiones sobre asuntos de poca monta. Vayamos a lo fundamental: ¿Queremos vivir en democracia o bajo una dictadura? Sobre eso sí dialoguemos.
 

* Expresidente de ANEP
@DaboubJorge