Rebecca, una salvadoreña de 25 años, está de visita en Chicago y en el centro de la ciudad se encontró con la marcha de las mujeres en ocasión de la toma de posesión del presidente Donald Trump. De esta, rescata el calor humano y la camaradería que había entre las miles de mujeres que marchaban y los hombres que se sumaron a la causa.
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La joven profesional de la comunicación resaltó la interacción entre personas de diferentes razas, religiones y edades que en el momento actuaban como una misma, celebrando la unidad y, como ella destaca, “el hecho de ser mujer”.
“Fue para mí un momento transformador, sentí empatía con todas como mujeres. Yo me pregunté por qué voy a ir a ver, y es por el hecho de ser mujer y ser empática, porque las entiendo y me siento identificada con cómo ellas se sienten y reaccionan”, dice.
A pesar del frío, según le contó a El Diario de Hoy en la marcha se sentía un calor y una hermandad, donde “todas saludaban, se chuleaban las camisetas, sus gorros y sus carteles”.
Toda la ciudad era una fiesta, añade Rebecca. “Una fiesta de expresión, de liberación, mujeres de todos los tipos y edades, todas súper comprometidas. Ellas saben que una marcha quizá no hará toda la diferencia pero fue una masiva expresión de unidad y que no hubiera diferencia entre colores y razas”.
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Rebecca cuenta que pasó con escalofríos porque empezaban a cantar canciones, generalmente en inglés, pero incluían a la comunidad latina, a los musulmanes, a los afroamericanos. “Era genial y estoy tan orgullosa de haber coincidido con ese evento. Éramos de diferentes lugares, diferentes edades, todas mujeres y diferentes pero al mismo tiempo iguales. Ser latina y haber vivido este momento histórico es algo que podré contar a mis hijos y mis nietos. Fue increíble, me sentí orgullosa del lugar de donde vengo y de ser mujer y que mi voz sea escuchada”.