La NASA recordó hoy, con las banderas de EE.UU. a media asta en las instalaciones, el 50 aniversario de la tragedia del Apolo 1, en la que sus tres tripulantes perecieron al producirse un incendio en el módulo del comando durante un ensayo en Cabo Cañaveral (Florida).
En una ceremonia celebrada en el salón de la Fundación Conmemorativa de los Astronautas del Centro Espacial Kennedy, familiares de los astronautas fallecidos, directivos y exastronautas de la NASA rindieron un emotivo tributo a los héroes del espacio que “no han dado su vida en vano”.
Asimismo, se conmemoró el desastre del transbordador Challenger (1986), que estalló 75 segundos después de su despegue desde el centro espacial, y el del Columbia (2003), que se desintegró al regreso de una misión científica exitosa.
“Los tres astronautas del Apolo 1 perecieron en un trágico incendio en la cabina, pero de su muerte hemos aprendido importantes lecciones para inspirar a las generaciones futuras y continuar” en la exploración y misiones espaciales, dijo Thad Altman, presidente de la fundación.
Ante una ofrenda floral donde se leía en una cinta “Recordando a nuestros héroes caídos”, los asistentes al acto escucharon las palabras emocionadas de Sheryl Chafee, hija de uno de los tres pioneros astronautas que fallecieron el 27 de enero de 1967 en el incendio del Apolo 1, a causa de un cortocircuito en la cabina de la nave.
Chaffee evocó lo “devastador” que fue para ella siendo una niña aceptar la muerte de su padre y crecer sin su figura, algo que en su infancia le produjo estados de “enfado, tristeza y confusión”.
Si embargo, la hija del astronauta fallecido en la cabina de la nave junto a sus compañeros Virgil Grisson (comandante) y Edward White (piloto) apuntó que, de aquella tragedia por un “fallo” técnico, “aprendieron lecciones” para “aumentar la seguridad en los viajes al espacio y volver seguros a la tierra”.
“Nuestra misión es no olvidar a los astronautas del Apolo 1” ni a los que fallecieron en las otras misiones espaciales, añadió, unas “tragedias que nunca olvidaré. Siempre tendré vivo a mi padre en mi corazón”.
Un cortocircuito en la nave Apolo 1 provocó una chispa que causó la combustión del oxígeno a bordo y el inmediato incendio. Sin embargo, hasta ahora, la mayor catástrofe de la conquista espacial fue la del Challenger, que se desintegró el 28 de enero de 1986 con siete personas a bordo después de su lanzamiento ante miles de espectadores en Florida.
EE.UU. conmemora sus tragedias espaciales en el 30 aniversario del Challenger
Por su parte, Robert Cabana, exastronauta y director del Centro Espacial Kennedy de la NASA en Cabo Cañaveral, enfatizó la importancia de “aprender del pasado” y “crear y mantener una cultura de confianza y transparencia”, lo que resulta “crítico para el éxito” de las misiones espaciales.
Cabana reiteró que este tributo rendido a los astronautas del Apolo 1 abarca también a “todos los héroes que hemos perdido y a los empleados que intentaron salvarles”, y que debe implicar la “evaluación de todos los datos y decisiones que se toman” en los preparativos de las misiones para evitar los errores.
En el homenaje estuvo presente el exastronauta Michael Collins, comandante y piloto de la misión Apolo 11, la primera en la historia de la exploración espacial que aterrizó en la Luna, quien aseguró que las “lecciones aprendidas del Apolo 1” ayudaron a “prevenir otros desastres”.
“Es cierto que hubo tres muertos, pero salvó años más tarde a más de tres” con el “aumento de la fiabilidad” y la mejora tecnológica, consideró Collins.
Y es que, pese al desastre del Apolo 1, el programa continuó para llevar a la Luna el 16 de julio de 1969, en la nave Apolo 11, a los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins.
Tras alabar a las mujeres y hombres de la NASA que se suben a una nave espacial para emprender un camino “hacia otra dimensión”, Collins dijo que estos astronautas fallecidos son “patriotas, una manifestación de por qué este país es grande”.
“Gracias por su sacrificio”, dijo en tributo a los que perecieron en la exploración espacial, una expresión de agradecimiento que hizo extensiva a los familiares de los astronautas muertos y a los equipos que trabajan codo a codo en las misiones espaciales.
“Conseguimos llegar a la Luna a causa del Apolo 1. No murieron en vano. Hicieron posible el aterrizaje en ese satélite y nunca olvidaremos a esa magnífica tripulación”, subrayó, por su parte, John Tribe, ingeniero del equipo del Apolo 1, quien relató cómo vivieron la tragedia en la sala de control de la estación espacial.
Una catástrofe de “responsabilidad colectiva” y “fallos”, la de la misión Apolo 1, que, reconoció Tribe, les cambió la “vida a todos” y les hizo tomar conciencia de que tenían que “hacerlo mejor y de forma más segura”.