Si sabe más que yo de sicología y sociología entenderá a qué me refiero… Pero, antes de escribir este artículo pregunté a veinte personas qué es “disonancia cognitiva”… Cinco se inventaron definiciones, seis intuyeron algo relacionado con la audición, tres nunca habían escuchado el término, tres dijeron: no sé, búscalo en internet y solo tres me dieron una respuesta aproximada…
Estoy preparando un seminario sobre “Cómo revertir fracasos en éxitos” y estudiando la textos relacionados me encontré con la Disonancia Cognitiva. Pues sí, unos más y otros menos, todos la padecemos y lo hacemos todos los días. Aquí, nos hemos acostumbrado a su ejercicio y nos parece normal.
Consiste en creer en unos principios, incluso declararnos públicamente en su favor, defenderlos y, además, sabiendo que están legislados en las doctrinas religiosas y en las leyes nacionales, en la práctica no los aplicamos… En otros términos, pensamos y decimos unas cosas y hacemos otras diferentes, o incluso, contrarias.
Por ejemplo, lo más común en cualquier humano: “mentir”. Todos sabemos que no debemos mentir, pero todos mentimos todos los días.
¡Es que no se puede ser siempre sincero! Me dice una de las personas a quienes pregunté, comentando ejemplos sencillos. ¿Y por qué no se puede ser siempre sincero?… ¡porque la gente se molesta si eres sincero!… Por ejemplo: le decimos a una compañera. ¡Qué bonito te sienta ese vestido! Y comentamos con otras que en realidad no es así… Pues sí… esa es una de las tantas disonancias cognitivas cotidianas…
En la sala de reuniones de algunas empresas dice en su misión: “Nuestro recurso más importante es nuestro personal” y puede ser que lo crean… Sin embargo, el personal se queja de malos tratos por los mandos y el ambiente laboral es malo…
En la política y en los políticos es donde con más frecuencia e importancia para la sociedad impacta la disonancia cognitiva, nos arengan de comportamientos éticos y morales y cada vez que se mide, la percepción de la corrupción empeora.
Y en lo referente a “revertir fracasos en éxitos”, resulta que a pesar de que muchas personas después de un fracaso, que lo consideren rotundamente como tal desde todos los puntos de vista, y desean tener éxito en el siguientes proyecto, aun teniendo fe y planificando cada paso para obtenerlo, su conducta en la práctica sigue siendo la misma que lo llevó al fracaso anterior.
El caso de la pérdida de un cliente que significaba el 20 % de las ventas por repetidos incumplimientos en las entregas… Muy claros de que esa fue la razón, los dirigentes y los supervisores, siguen sin darle importancia a la puntualidad y “conductualmente” tienen un pésimo manejo del tiempo. Siguen sin entender que sus clientes, por las complicaciones de la economía, han reducido sus inventarios y los retrasos que antes podían admitir, ya no son posibles. Si estos señores, continúan en su “disonancia cognitiva con el manejo del tiempo”, perderán más clientes…
De aquí la diferencia entre decir a una amiga “qué bien te sienta tu vestido” cuando en realidad no es así y con la misma actitud decirle a un cliente “el 20 de enero le entregaremos y no cumplir”. Aclarado el tema, si lista y corrige sus disonancias cognitivas, le puede ir mejor.
*Columnista de El Diario de Hoy.
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