Nació en una cancha de fútbol. Literalmente. Su mamá Margarita vendía en las canchas de El Polvorín nacional. “Tenía un chalet con venta, nací allí y me críe en el fútbol. A veces jugábamos descalzos pero la pelota nunca faltaba”. El que habla es Miguel Jules Pacheco, “Chapulín, desde su casa en San Francisco.
A los 6 años empezó en el baby fútbol, liga mosquito le decían. Además de descalzos, cuenta que las pelotas están muy lejos de la tecnología de hoy “se inflaban con la boca y tenían una pita para amarra, “de pitón” le llamaban”. La década del 50 a puro fútbol.
Tras su buen suceso en el fútbol infantil pasó a las ligas infantiles federadas. “Pipiles fútbol club” fue su nuevo destino. “Fue mi inicio en equipos organizados. Hice un viaje cuando tenía 11 años cuando fuimos a Costa Rica. Aguantamos hambre pero fuimos”, rememora sobre aquellas épocas.
A los 15 años pasó al Club Deportivo Palermo, para pasar a juvenil B y de ahí a los juveniles Club Deportivo Adler. “Me compraron por 10 colones. Tenía 16 años y estaba como reserva”.
En el 68 con 18 años fue su primera llamada a la división de honor. “Pero me mandaron para pulirme al Arsenal de Segunda, a trabajar un año. Regresé a fines del 69, hice mis primeros goles en el 70, y ya en el 72 hice 13 tantos”. Se iba afianzando en el fútbol mayor.
Sus goles ya eran codiciados en el país. Por eso su próximo destino estaba en el Oriente, San Miguel. “Me llamaron para ir a reforzar al Dragón. En aquel entonces estaba en el ascenso”. Le fue bien, hizo siete goles pero no logró el ascenso. “Firpo subió, nos ganó el torneo por dos puntos”.
Hasta que llegó su primer viaje a los Estadios Unidos. En el 73 se fue a Los Ángeles a probar suerte en el Club Deportivo El Salvador, en la primera división de la liga de California.
Ya vivía en San Francisco y se había asentado en la liga semiprofesional. “La liga estaba comandada por equipos europeos, y en la máxima división jugué en un equipo de nombre Mercury, también con Incas y Cuscatlán”.
En el 76 volví a jugar en El Salvador por recomendación de un gran amigo, el hoy periodista y escritor Manuel Cañadas. “Estaba entre Alianza e Independiente pero elegí el segundo. Alianza estaba peleando el descenso y en Independiente me ofrecían un mínimo de 13 partidos”.
Fue el final de su carrera en El Salvador. Volvió a San Francisco en el 77. Y aunque el fútbol siempre estaba presente, su vida también tuvo otros enfoques y trabajos varios para radicarse definitivamente en el Norte.
¿Qué hace?
La vida de Chapulín Pacheco transcurre desde hace varios años en Estados Unidos, con distintos trabajos, estudios… y claro, el fútbol. “Trabajaba en un hotel, poníamos los mesas para las convenciones y también fui mesero. Tuve que sacar la licencia comercial para manejar autobuses de turistas. También jugué en la selección latina de San Francisco y saqué la licencia de entrenador. Y en educación tengo AA degree en Sociologia expedido por el Colegio de Alameda, CA”
Su pasión por la redonda sigue intacta: “Trabajando yentrenando niños, equipos de jóvenes y colegios, el fútbol me ha ayudado como persona, como ser humano. Dirigí a El Salvador y a Cuscatlán de la liga mayor de San Francisco, a El Salvador de Oakland”.
Su tiempo se reparte también entre “guía turístico en el área de San Francisco. Vienen turistas de España, Francia, Alemania, Inglaterra. También transporto a estudiantes; soy chofer de actividades escolares. De las escuelas a los deportes y actividades deportivas”.
Deja una sentencia: “el fútbol salvadoreño, a veces da roncha todo lo que está pasando, causa un poquito de estrés”.