El 06 de junio se cumplirán 26 años del último partido de Jorge ‘Mágico’ González en el Cádiz de España. El equipo que se unió a la vida del salvadoreño y del cual es el ídolo universal, hasta la fecha. El periódico digital ‘El Español’ publicó un reportaje que abarca mucho de la vida del salvadoreño, además de un corto sobre su vida.
Un aficionado de la barra “Brigadas Amarillas” explica que se tatuó el dorsal 11 del salvadoreño por considerarlo el mejor jugador de la historia del Cádiz, y a medida avanza el reportaje, se explican situaciones particulares en la vida del ‘Mágico’ en la ciudad gaditana.
“En esta ciudad sus vecinos aún fantasean viéndolo caminar por sus calles junto a su colega Camarón de la Isla, regalando ropa al primero que se encuentra en la barra de un bar, dando toques a una naranja con la misma monotonía que un zapatero pone suelas a unas sandalias o lanzando caños a Emilio, un enano del que se hizo amigo”, relata el escrito.
El día que Mágico González se disfrazó de Rey Mago
Rafael Domínguez, que hoy tiene 56 años, tiene el orgullo de ser el lateral derecho que aquel día sufrió las diabluras del “canijo de pelo negro azabache” que le tocó cubrir en su debut.
“Fui el primer defensa que lo tuvo delante. Jugaba arriba, escorado a la izquierda aunque era diestro. Perdimos ocho o nueve a uno, no recuerdo bien, y yo no vi la pelota en todo el partido. Se me iba siempre que me encaraba y lo único que hacía era correr detrás de él. Me pregunté: ¿pero quién coño es este tío? Luego, cuando meses después vi por televisión hacerle lo mismo a los mejores defensas de España, me di cuenta de que yo no era tan malo y sí que él era muy bueno”, explica al medio.
Hay una anécdota que unirá de por vida a Rafael y a Mágico y que sólo ellos conocen. Tras aquel partido, el Trebujena organizó una cena de agradecimiento a la primera plantilla del Cádiz por jugar en su estadio. Juntos, los futbolistas locales y los visitantes comieron guiso de conejo, filetes de pollo…
Rafael y Jorge coincidieron en la misma mesa uno enfrente del otro. Nada más empezar a comer, El Mago, que sabía que Vidal no le quitaba ojo de encima, le preguntó a aquel chaval del Trebujena:
– ¿Tú qué estás bebiendo, amigo?
– Coca-cola- respondió Rafael.
– No, tú bebes [vino] tinto.
– ¿Cómo? No, yo estoy bebiendo Coca-cola.
– Ya, pero a partir de ahora pide tinto. Así, tú te bebes mi Coca-cola y yo me bebo tu tinto. Cerró el ‘Mágico’.
El Mágico González no entra en la lista de leyendas del fútbol
El argentino Hugo Vaca fue compañero de Mágico en las filas del Cádiz. Dice que nunca ha visto a ningún otro jugador hacer tanto cuidándose tan poco. Ahora, Vaca tiene 60 años, vive en la ciudad que lo encumbró como jugador y dice que no recuerda un caso similar al de Mágico González.
“No sé si habría llegado al nivel de Messi o de Maradona, tal vez no porque para él el fútbol era un divertimento y no un oficio, pero lo cierto es que nunca vi a nadie hacer tanto con tan poco esfuerzo. Recuerdo que cuando tocaba el balón, en los estadios, no sólo en El Carranza, se hacía el silencio”.
La herencia española del ‘Mágico’
Cuando llegó a España, El Mago ya era padre de un hijo. Pero no tenía relación con la madre. Sólo un año después nacería su segundo hijo. Vino al mundo en octubre de 1983. A las pocas semanas de aterrizar en Cádiz Jorge González conoció a José. Era un gaditano que tenía una hermana, María José, que trabajaba en un bingo de la ciudad.
El chico se la presentó y Mágico se quedó prendado de aquella joven guapa de pelo rubio y rizado. Mantuvieron varios encuentros, ella se quedó embarazada y tuvo a un varón al que le puso Jorge, como su padre. Cuando el parto, el salvadoreño ya había vuelto a hacer magia y había desaparecido de la vida de la gaditana.
TEST – 15 cosas que todo buen salvadoreño debería saber de Mágico González
Ese Jorge que nació en octubre de 1983 tiene hoy 33 años, vive en Chiclana y no lleva los apellidos de su padre, aunque sí tiene contacto con él y el exfutbolista lo ha reconocido como hijo suyo.
Jorge Junior conoció a su padre el mismo año que un tremendo terremoto devastó El Salvador. Fue en 2001. Mágico había viajado hasta Cádiz para participar en un homenaje que le tributaba el conjunto gaditano con el fin de recaudar dinero para las víctimas del seísmo. Su hijo tenía 18 años.
“Mi padre era un poco como yo –cuenta ahora Jorge Junior un tanto ruborizado-. Me contaba que le daba su chaquetón a cualquiera que veía por la calle pasando frío, le subía a casa las bolsas de los mandaos a las abuelas… ¡Ah!, y nos une otra cosa: nos encanta comer cosas frías. Mi padre se pasa el día en su casa de San Salvador comiendo polos de hielo de limón mientras ve la televisión desde su hamaca”.
Los españoles tendrán que seguir esperando el retorno de Mágico González
“Me fui para probar en varios equipos. Incluso viajé con él por EEUU, donde jugó varios amistosos de exhibición. Gracias a él he conocido a Maradona, a Enzo Francescoli…”, dice el chaval, que aún juega a fútbol en el Chiclana, aunque ahora está lesionado por problemas en una de sus rodillas. “Recuerdo que en Los Ángeles mi padre compró tres películas en inglés para verlas en la habitación del hotel. No entendimos ni papa, pero nos tragamos las tres de un tirón”.
Sin embargo, Vaca cuenta a ‘El Español’ que el salvadoreño tiene un sueño: quiere volver a Cádiz, caminar por sus calles como un desconocido, jugar un partidillo en el Carranza junto a sus antiguos compañeros y pasear por la playa de La Caleta antes de comerse una ración de pescaíto frito.
El reportaje en su totalidad, se puede leer acá
@AndrosLozano y @FernandoRuso muestran el Cádiz que aún venera a Mágico González pic.twitter.com/rdConlz6fi
— El Español (@elespanolcom) 15 de enero de 2017