Errores Democráticos

Una columna de Fernando Palomo

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El candidato republicano, Donald Trump, saluda a sus simpatizantes después de votar en la ciudad de Nueva York / Foto Por EFE

Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2016-11-14 7:19:00

Llantos de jóvenes universitarios enlutados por el resultado de una elección. Así reaccionaron ese martes cuando la democracia se expuso en todo su esplendor. Como periodista, volcado a la interpretación de las acciones de los deportistas o su entorno, uno acostumbra cuestionar los estímulos que les motivan a proceder de tal o cual manera.

El delantero centro y el proceso que lo lleva a tomar una decisión cuando recibe una pelota. Pensamos en función de entrenador y sus modelos de juego. Pensamos como jóvenes y nos preguntamos por qué lloraban el día que ganó Trump. 

Para eso se debe pensar en clave joven y en la desesperanza que les genera pensar que vivirán en una sociedad dividida. Que el estado los abandonará porque ese nuevo presidente oscurece el futuro. Quizás esos jóvenes no supieron nunca de El Salvador o de los errores de la democracia.

En nuestro país creemos en la participación del pueblo para tomar las decisiones sobre el país. Con lo que ha costado llegar a conseguir la democracia, aún confiamos en ella. Creemos en los procesos electorales como una oportunidad para corregir el rumbo, cambiar el camino, modificar la situación actual. Y después lo volvemos a intentar convencidos de que alguna vez la democracia nos va a responder con un acierto. Ahí estamos, esperando. 


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Aguardando a que la voluntad de la mayoría no nos falle y permita encontrar, en esos procesos electorales, la respuesta para una nación que merece mucho más que el resultado de la voluntad de la mayoría. Los jóvenes universitarios lloraban, otros un poco más mayores marchaban en las grandes ciudades. Tristes y molestos pero olvidan que la democracia falla pero tiene procesos periódicos que ofrecen la oportunidad de corregir.

Quizás lo entenderán cuando asimilen que a veces la democracia no acierta. La mayoría no siempre tiene la razón. La mayoría no está lo suficientemente informada para conocer cuál es el mejor camino. Jorge Luis Borges interpretaba la democracia como un abuso de la estadística. Borges también decía que el fútbol era popular porque la estupidez es popular.

La mayoría se vuelca por la popularidad y gana elecciones. Trump aterrizó cómodamente en un lugar cansado del mundillo político establecido. Les dijo a los electores que recuperaría un país que se estaba perdiendo. Les endulzó los oídos ofreciendo bienestar económico. Los votantes no tomaron literalmente sus palabras, pero las tomaron en serio. La prensa tomó sus palabras letra por letra y lo subestimó.

La mayoría pensó tener suficiente información como para entender el mejor rumbo a seguir. Partimos de la premisa de que todos pensamos en lo mejor para todos. Un imposible pero ambicioso objetivo que asumíamos se cumpliría en la democracia. Sí, pero cada quien desde su perspectiva.

Lo que la democracia nos da es la oportunidad de participar en las decisiones que moverán al país. Caso salvadoreño, un proceso absolutamente imperfecto. Nos hemos equivocado en repetidas ocasiones. El llanto y la molestia de esos que en Estados Unidos experimentaron esta semana, lo que significa conocer que la mayoría no piensa en la otra mitad para salir adelante, esto pasa a cada rato en El Salvador. Donde en los ejercicios democráticos, una mayoría carente de suficiente información, elige lo popular, no lo mejor. 

La mayoría que pensaba que esto iba a ser de deporte…