Las huelgas de los jugadores o las amenazas de paro en los entrenos se suceden semana tras semana en el fútbol salvadoreño. Los destratos hacia los jugadores con la falta de pago son moneda corriente en un medio donde el dinero lejos de abundar, escasea y transforma al deporte más popular del país en un sálvese quien pueda, con personas (futbolistas) en el medioque tienen que hacer malabares para subsistir.
De un total de 12 equipos, apenas tres no han tenido inconvenientes en sus pagos a lo largo de este torneo Apertura 2017: Sonsonate, Alianza, Metapán. Lo que debería ser normal en cualquier actividad aparece en la Liga salvadoreña como algo extraordinario:que se cumpla con el contrato firmado y con las obligaciones de los empleadores.
Con aberraciones de ideas como “pago al día, por eso tengo que ganar” o “si no ganan, no se les va a abonar la quincena”, las responsabilidades pasan a un segundo plano.
Y las taquillas, ese auxilio que ansian los dirigentes, no ayudan. “Esto es simple, si a la gente no le das un buen espectáculo no va al estadio”, dijo el Loco Abreu, un jugador al que pocos le ganan en experiencia en destinos del fútbol mundial. “Le tengo que prestar a los jugadores”, dijo el Pichi Escudero cuando FASera líder pero les adeudaban mes y medio. Hoy el líder es Águila, el mismo que inició la semana con huelga por falta de pago.
La Federación de Fútbol, lejos de ser un espejo, se transforma en otra pesadilla. Los números están en rojo y al parecer el próximo entrenador deberá “ajustarse los pantalones” porque el presupuesto es acotado. Una realidad penosa que se necesita reparar.