El miércoles por la noche se debería haber disputado la primera gran final de la Copa Sudamericana. Una de las mayores tragedias del deporte de la historia lo impidió. En su lugar hubo homenajes multitudinarios tanto en Colombia, en el estadio donde debió jugarse el partido, como en Brasil donde estuvieron los compañeros de los fallecidos en el accidente del Chapecoense.
Los nobles gestos del fútbol y sus aficionados le ganaron al horror. Cuando el deporte se enluta en este tipo de tragedias, los aficionados dejan de lado sus colores y todos se unen en homenajes tan emotivos como los vistos Colombia y Brasil.
Este video es impresionante: Adentro y afuera del estadio en Colombia
Vía @sebasgrisalesrpic.twitter.com/rxnC9S7i7I— Gustavo Flores (@Gusflores21) 1 de diciembre de 2016
En el Anastasio Girardot de Medellín, las imágenes fueron conmovedoras. Decenas de miles de personas abarrotaron el estadio. Pero muchas más se quedaron en las inmediaciones del estadio dejando unas postales imposibles de olvidar. Una marea humana despidiendo a los fallecidos y cantando por el rival en el tempo del fútbol. ”No los olvidaremos, esta Copa se va al cielo”, fue el canto elegido por la multitud.
“Nunca habíamos visto a 45.000 personas gritando ‘Chape, Chape, Chape’ que es el grito de nuestra afición”, dijo alcalde de Chapecó, Luciano Buligon, al observar la impactante imagen.
En Brasil, al mismo tiempo, en la golpeada Chapecó, se vivió un homenaje tan intenso que se hace difícil escribirlo con palabras. ”Con mucho orgullo, con mucho amor” o “este sentimiento nunca va a parar”, se cantó en el Arena Condá la casa del humilde equipo brasileño que se aprestaba a jugar el partido más importante de su historia.
En los distintos estadios del mundo siguen los minutos de silencio y los homenajes. El fútbol, unido, demostró que es capaz de poderlo todo. Hasta de derrotar al horror.