En una entrevista con el diario Hoy, de Los Ángeles, el defensa uruguayo-salvadoreño Cristian Eduardo Esnal, quien llegó a vestir la camiseta nacional, cuenta cómo su vida cambió radicalmente en octubre de 2013, debido a la amenaza de un grupo criminal. Otra historia de cómo la violencia que impera en El Salvador termina afectando cada rincón de nuestra sociedad.
Esnal se dedica a la jardinería para sostener a su familia, y también integra equipos de fútbol barrio para obtener ingresos.
“Para mí fue difícil (irse del fútbol salvadoreño), fue un cambio abrupto. Yo tenía mi vida hecha”, explicó Esnal a HOY, en esta entrevista.
El zaguero, de 30 años, explica que “me llamó una pandilla; me quisieron extorsionar. Me dijeron dónde estudiaban mis hijos, dónde vivía, la distancia que tenía desde los entrenamientos hasta mi casa. Ellos sabían que mientras yo estaba ahí, mi familia estaba sola en la casa. El carro que manejaba, dónde pagaba mis (facturas)… me dijeron absolutamente todo”, recuerda el jugador.
A Esnal le exigían un pago de 2 mil dólares antes de 48 horas, bajo la amenaza de dañarlo a él y a su familia. El entonces jugador de UES y ex de Águila y Juventud Independiente no lo pensó dos veces y huyó del país, hacia Uruguay.
Logró militar por un tiempo en el fútbol charrúa, con el Rentistas; luego emigró a Arizona, par instalarse después definitivamente en Van Nuys, pues su esposa tenía familiares en Los Ángeles.
En la entrevista, Esnal dejó una reflexión final sobre lo que le ha tocado vivir: “Cuando llegaba tras los primeros días de trabajar, me miraba en el espejo y veía la cara llena de polvo y pintura. Me ponía a llorar, porque uno ve cómo le cambió a uno la vida. De estar en las canchas, en las entrevistas, en la TV, en el diario a eso, creo que el mismo ego, el orgullo de uno lo hace que flaquee en ese aspecto. Pero luego ves a tu familia y lo haces con dignidad, con respeto; te ganas el salario y la verdad eso es lo que le da a uno fortaleza para seguir”.