El escritor mexicano Juan Villoro, sobre el fenómeno del aficionado al fútbol y su conflicto con el hincha del fútbol, lo intenta diciendo que el aficionado “le va” a un equipo, lo acompaña. Esa idea, la de la compañía, se termina cuando el equipo deja de retribuir al aficionado con alegrías que suelen llegar en el envoltorio de un resultado.
Si gana, ha ganado la relación. Si pierde, solo pierde el equipo, el aficionado actúa con indiferencia. Hay una condición superior a la de ser un mero aficionado, en Sudamérica lo llamaron “hincha” desde hace más de un siglo. El nombre proviene del inflador de pelotas de cuero de aquellos primeros partidos de fútbol a orillas del Río de La Plata. El que “hinchaba” los balones se convertiría en personaje folclórico y en un aficionado superior, en “el hincha”.
Para Villoro, ese aficionado, no le va a su equipo porque su seguimiento es incondicional. No espera retribución. Lo sigue a todas partes. Al equipo lo quiere por encima del resultado, es del equipo, se pertenecen mutuamente. Una relación que se corresponde y no por ningún caprichoso resultado, si por un sentimiento empeñando el corazón. “Una vez elegido el club que determina el pulso de la sangre, no hay camino de regreso” dice Villoro en un texto publicado en la Revista Diners en el 2006.
En el fútbol salvadoreño hay muchos aficionados, pocos hinchas. Los que llegan regularmente a los estadios aún y cuando se equipo no les retribuye con resultados, son hinchas. Los que ven a la Selecta aunque sepan que están más cerca de una derrota que de ganarle a nadie, esos son hinchas.
Aficionados son los que ahora que la Selecta de Playa ha ganado oro en los III Juegos Bolivarianos en Iquique se congratulan unos con otros y brindan por ese triunfo. Esos políticos que aplauden su éxito en redes sociales, esos son interesados, no cuentan. El apoyo era bueno hace un mes, hace una semana. Hinchas de la Selecta de Playa son los que atendieron el llamado en noviembre y le ayudaron para estar en esa competencia.
No hay que olvidar que detrás de ese voluntarioso, sacrificado, entregado y corajudo grupo de jugadores, hubo incertidumbre. Aún y cuando son el equipo más exitoso de nuestro país, no quedan inmunes a la contaminación con la que deben prepararse todos los deportistas nacionales. La inseguridad de no conocer si el esfuerzo será premiado con la competencia.
Hace un mes, la Selecta de Playa no contaba con recursos para viajar a Chile. Comenzó una carrera contra el tiempo para conseguir que ese equipo nacional pudiera estar en Iquique. El oro es consecuencia de un trabajo liderados desde la humildad de un grupo que sabe mantener los pies en la arena. El fútbol nacional reconoce a muchos aficionados. Para reconocer a los hinchas hagamos esta pregunta ¿qué hicimos hace un mes cuando la Selecta de Playa necesitó de ayuda? Felicitaciones a ellos que no la quisieron dejar sola.