De vendedor de artesanías a campeón de surf

 La historia de Amado de Jesús Alvarado que surfeaba a escondidas de su familia en Conchalío y hoy es doble medallista bolivariano. Sueña con participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

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Amado Alvarado, durante un entrenamiento.

/ Foto Por EDH/Archivo

Por Gustavo Flores / @Gusflores21

2016-12-06 12:01:00

-”Empecé en el surf porque yo vendía artesanías en la playa. Desde los 7 años que vendía en Conchalío y me metía al mar. Comencé a ir al Tunco a los 14 años y ahí me metí a la Cruz Roja a ser guardavidas. De ahí a los 16, un amigo, Jaime Delgado me dijo que compitiera. Le dejaba los collares a los jueces y a los periodistas y me metía a surfear. En mi casa nadie sabía que yo estaba compitiendo, nadie sabía. No quería que me regañaran…”

La historia de Amado de Jesús Alvarado, “Chus” como lo conocen en el litoral , que hoy muestra orgulloso las dos medallas de los Juegos Bolivarianos de Iquique  arranca en la humildad de su natal Conchalío y un surf que empezaba a asomar a escondidas de su familia.

-”Mi mamá me daba permiso, lo más, media hora para surfear. A veces me iba a escondidas con mis hermanos; cuando ella salía al mercado, nosotros calculábamos el tiempo que hacía allí y nos íbamos al mar a surfear. A veces duraba 15 minutos solamente pero igual lo aprovechábamos con mis hermanos”.

Pero esos engaños no durarían mucho:

-“Comencé a competir a los 16, hubo un momento que mi mamá me preguntó, por qué venís mojado y yo le decía que porque estaba de guardavidas, que sacaba a la gente del mar. Pero llegó un momento que ya no me creía mi mamá y fue cuando le dije, yo quiero competir y algún día estar en la Selección de Surf”.

Hoy es su mamá quien le insiste que no deje  entrenarse y la que se emociona con cada convocatoria internacional para “Chus”. Amado dice con orgullo que gracias a su mamá y abuela no tiene “vicios”.

“Chus” volvió de Chile envuelto en medallas. Tras su oro en el Centroamericano de Costa Rica, viajó a los Juegos Bolivarianos de Playa de Iquique, Chile y se trajo un bronce en longboard y una plata en SUP Prone Race. Pasó por la redacción de EDH para contar su vida de surfista, su competencia en Sudamérica y  también sus ilusiones de un futuro olímpico.

“Llegamos a entrenar directamente a Iquique. Muy cansados del viaje pero ni bien vimos el mar, dijimos: ‘vamos al agua’. Y la verdad ese mar es demasiado frío para nosotros, el traje con el que viajamos no era el adecuado. Pero le hice frente, entrené duro, tuve un golpe en una pierna, se me quebró una tabla. Y en la primera ronda tenía a rivales que corren en circuito mundial…”

No pintaba bien la competencia pero pese a todo ello, su experiencia en Chile fue extraordinaria en un clima demasiado hostil: “Si el agua hubiese estado caliente quizás hubiera pasado otra cosa. El problema del agua helada es que se debe tener un traje adecuado. Y yo llevaba un traje que no era el adecuado, era de dos milímetros, muy delgado pero pude seguir compitiendo así. Acá no podemos entrenar con trajes, nos deshidratamos. Y allá el agua helada era lo que afectaba”.

La preparación fue intensa. Amado solía entrenar por su cuenta bien temprano, de 5.30 am a 9 am pero desde abril se sumó a las prácticas de la Federación de Surf:  el sistema incluía mucho trabajo físico y también indicaciones técnicas para trabajar sobre sus fortalezas y errores. Fueron entrenamientos diarios de 1 a 4 de la tarde en Playa La Paz.

Tanta exigencia dio resultado. Al fin llegaron los éxitos con tres medallas en el año. “Mi sueño era salir campeón centroamericano y lo logré en Costa Rica, y también mi deseo era  ganar oro en Iquique pero había rivales fuertes”. Del Centroamericano, una semana antes deIquique, dijo: “En la final Diosito me puso las mejores olas a mi y pude ganar el título”.

Más allá de estos éxitos, la realidad de los surfistas en el país no es fácil: “Para nosotros los salvadoreños es muy difícil surfear porque el equipo es muy caro. Pero gracias a los amigos que nos apoyan, nos dan tablas. Un longboard de los que uso, cuesta 700 dólares. Las mejores tablas son con láminas de madera, una de ellas llevé a Chile y me fue muy bien”.

Amado no quiere olvidarse de su gente: “Los de Playa Conchalío, me ayuda mucho la gente de allí. Ellos me han visto crecer en el deporte”. El futuro se abre hoy para este joven de 23 años. Y va por más: “Mi sueño es competir en los Juegos Olímpicos, el otro año ver si puedo dar mas medallas al país. Los clasificatorios serán en Nicaragua, mi meta es entrenar duro para los clasificatorios”. 

Su intención es clara y no admite dobles lecturas:

-”Solo quiero darle más resultados positivos al país”.