El niño Eduardo Castillo se hizo famoso entre los aficionados al fútbol luego que llegó a esperar un abrazo de Rodolfo Zelaya, después que éste marcara su tercer gol el pasado domingo en Sonsonate.
La inocencia del bolerito, seguramente, no le permite distinguir colores o fanatismo hacia un equipo, simplemente aprovechó el momento para saludar a su ídolo y sentirse el niño más feliz en ese momento ( algunos en nuestra niñez nos sentimos orgullosos que alguien a quien admiramos nos estreche la mano).
La acción generó un réplica al instante de la imagen en redes sociales,incluso este servidor recibió llamadas de periodistas de medios para saber el nombre del pequeño.
Lo anterior generó que el capitán de Alianza, Herberth Sosa invitara al niño, de 11 años, a que presenciara la final el próximo domingo. Un sueño que seguro muchos a esas edad tienen, vivir en primera fila el partido más importante del campeonato.
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Por la cercanía que me permite esta profesión de comunicar, tuve el agrado de conocer a Eduardo Castillo la tarde del martes y facilitar que hablara con Sosa y recibiera la invitación de manera formal. La emoción no le permitió hablar mucho, sus “muchas gracias” fue lo que más repitió junto a su padre.
Eduardo Castillo vive solo con su padre. Hace dos años murió su madre, nos comentó. El padre trabaja “de lo que salga” y lo que gana sirve para llevar algo a su muy humilde morada.
El niño, según comentó el profesor Moisés Hernández, le pidió de favor que le diera oportunidad de bolerito para lograr la comida que le dan a los que sirven los días de los partidos del Sonsonate.
Estoy convencido que la acción de Sosa no le va cambiar su realidad al niño de inmediato pero seguramente le marcará parte de su vida. El fútbol es precisamente eso, mostrar el lado solidario de los futbolistas, no sólo que se reduce a una rectángulo verde, o pleitos entre aficionados que no tienen sentido.
Ojalá muchos aprendiéramos de Eduardo, quien en su inocencia y humildad, no conoce de odios o pleitos, simplemente busca un escape a la realidad que vive diariamente.