Todos conocemos, y de sobra, los inconvenientes que ha tenido esta Selección. Desde los malos planteamientos de su entrenador y los partidos fallidos hasta los disparates que han salido desde la directiva de la Federación Salvadoreña de Fútbol que tanto han contribuido para que El Salvador esté al borde de la eliminación.
Sin embargo, aquí algunas razones para mantener el optimismo. Y soñar con una victoria
1) Las múltiples circunstancias de un partido
Pese a las previsiones, los tacticismos y la preparación para cuidar todos los detalles, en 90 minutos de juego se dan miles de circunstancias, varias de ellas fortuitas y azarosas, que pueden equilibrar la balanza para uno u otro lado. Esa frase de que en la cancha son once contra once no es paja. La repiten todos los protagonistas y hay muestras en varios partidos que las posibilidades, pese al favoritismo previo, son 50% y 50%.
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2) La presión mexicana
El 7-0 de Chile sigue vigente en la mente de los jugadores mexicanos. A pesar de que se ha hablado y mucho de este tema en el seno del equipo azteca, la realidad es que puede pasarle factura a la hora del juego. Y mucho más si El Salvador lo complica : los nervios podrían traicionarlos con alguna desventaja en el partido (gol, expulsión, etc) y la Azul deberá sacar petróleo de esa situación. También hay que tener en cuenta que el entrenador Osorio está en la cuerda floja y una derrota aquí lo dejaría prácticamente sin trabajo.
3) La mística del Cuscatlán
La historia del estadio Cuscatlán conoce de hazañas y misiones imposibles. México lo sabe bien: se fue derrotado con aquel penal inolvidable de Castro Borja y la definición de Renderos Iraheta o la última en 2009 con los tantos de Julio Martínez y “Cheyo” Quintanilla, cuando México también llegaba con “cracks” que jugaban en Europa. Esperemos que el apoyo de la gente sea acorde a las circunstancias. De cuatro partidos en el estadio Cuscatlán entre El Salvador y México, la Selecta ganó dos. Se puede.
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4) Individualidades salvadoreñas
Más que el nivel colectivo que ha mostrado, poco y nada hasta aquí con la conducción de Maradiaga, El Salvador dependerá de sus individualidades: Nelson Bonilla, jugador de la Primera de Portugal, debería ser el referente de ataque. Dennis Pineda, el hombre con más futuro en nuestro fútbol, también es un jugador a tener en cuenta. Algún chispazo de Punyed o un “zapatazo” o tiro libre de Alex Larín pueden invitar a la ilusión. Será cuestión de que estén iluminados.
5) La última posibilidad
Para El Salvador no hay mañana. Ese debería ser su principal aliciente para salir con todo y dejar el alma en el campo de juego. Si no gana (y en Honduras-Canadá hay un vencedor) se quedará afuera. A eso deberá apelar Maradiaga y sus dirigidos para sacar la garra cuscatleca adelante y con ella un buen resultado.