Fue allá por el año 72 cuando Jaime tenía 6 años, cuando empezó en esta aventura del fútbol en su natal barrio Santa Bárbara. De allí se iba a jugar a la canchita El Tamarindo del barrio San Lorenzo en Santa Ana.
“Recuerdo que iba con gran entusiasmo. Era un sueño que mi papá me inculcaba siempre. El era árbitro de fútbol (Rafael Lucas Chávez).
El que habla vía telefónica es Jaime Murillo, un férreo defensor lateral que durante su carrera solo defendió camisetas del occidente del país.
“Estuve en ese equipo toda mi infancia, iba subiendo de categoría siempre con los mismos compañeros”. De esa pequeña canchita, salieron entre otros, jugadores como Nicky Chávez, Jorge Ábrego, Tony Molina “Tamarindo quizás era el semillero de FAS”, recuerda.
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Desde allí, desde ese equipo, llegó a la selección de El Salvador Sub-20. Se había formado una selección juvenil de Santa Ana para jugar contra San Salvador y San Miguel y sacar un campeón que representaría al país en el premundial de Trinidad y Tobago, clasificatorio para el Mundial juvenil de Rusia 1985. Y la selección santaneca a cargo de Mena Laguán, ganó el torneo. “Quedamos campeones pero a última hora todo cambió, dijeron que el entrenador era Raúl Magaña, y que se iba a convocar a una Selección. De esa selección fuimos diez de Santa Ana a entrenar y quedamos cinco. Jugamos en Trinidad y Tobago con grandes jugadores como Julio Herrera, Juan Ramón Pacheco. Marlon Menjívar, Milton Huezo, Oscar Ulloa, Ernesto Alfaro Peña”. Quedaron en tercer lugar, a punto de ir al Mundial. “Perdimos en tiempo extra en la semifinal contra Canadá. Nos hicieron un gol en el 107’ y los canadienses fueron al Mundial con México”.
Cuando regresaron, ya lo habían inscrito en el Cessa de la liga de ascenso. “Pasamos las semifinales y en la hexagonal final para subir a la liga mayor. En el 86 fue cuando cambió de nombre a Metapán. Fue para que la gente apoye más y haya más identificación con el equipo. Fuimos campeones y así como Metapán se inició en la liga mayor” , recuerda Jaime. Después vino su pase al FAS, donde estuvo en dos etapas.
Entre sus mejores recuerdos en el fútbol, Jaime elige tres: “El primero fue haber logrado jugar en Primera División, un sueño de mi padre y mío propio. Iba a ver al FAS y me acuerdo que veía los jugadores y me ponía en la puerta de camerinos. Me acuerdo de Gamboa, Imacasa Recinos, jugadores que con los años tuve alguna oportunidad de enfrentarlos. Fue uno de los momentos que más recuerdo”
También habla de los títulos de FAS: “Los campeonatos ganados con FAS fueron sueños inolvidables. En nuestro fútbol, el jugador que es campeón nacional es como un sueño cumplido. Jugar en el extranjero en aquellos tiempos era más difícil que hoy”
Y no podía obviar entre sus recuerdos, haber vestido la camiseta de la Selecta: “No tuve la oportunidad de estar en un proceso largo, ir agarrando confianza o entrenar en la Selección. Los momentos que estuve en Selección fueron fugaces, allá por el 89 cuando se perdió contra Costa Rica en la eliminatoria del mundial 90. Fue una debacle y una desesperación de los dirigentes que quitaron cinco jugadores y el entrenador. Llamaron a otros cinco nuevos y ahí tuve la oportunidad y estuve solo una semana entrenando para ir a jugar a Costa Rica el partido de vuelta. Me tocó jugar, entré en el segundo tiempo. Perdimos 1-0, esa vez fue la primera que Costa Rica clasificó al Mundial. Ese momento de jugar con la Selección. Viendo el video de ese partido, yo no me veo jugar bien. Pero es un recuerdo inolvidable. Estuve en otros pero partidos en la banca. Y en la Copa Uncaf del 91, que se jugaba en Costa Rica con una Selección Sub-21 Díaz Arce, Memo Rivera y con cinco jugadores mayores de 21 años”.
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La hora del retiro no fue fácil: “Fue algo amargo. A mediados de un torneo deciden separar a varios jugadores y el 31 de diciembre del 98 nos dan la carta que ya no cuentan con nuestros servicios. Fue difícil dejar de jugar de un día para el otro…”
¿Qué hace?
Tras su retiro, pasó ocho meses buscando equipo, hasta que lo invitaron al de la Corte Suprema de Justicia. “A fin de año me dijeron que si quería trabajar con ellos en el departamento de seguridad. Salió la plaza y ya empecé en setiembre del 99”, cuenta Jaime. Y continúa: “En el 2000 decidí emigrar, vine a probar, tengo un hermana. Me vine 3 meses a ver como era el ambiente, trabajé en la construcción y dije ‘aquí se puede hacer vida’. Llegó solo a EE.UU. y a los tres meses se sumaron su esposa y un hijo.
El destino lo especializó en muebles. “Empecé a trabajar en una fábrica de hacer muebles, yo no tenía ni idea, aprendí a tapizar, a hacer muebles, y a eso me dedico hasta ahora. Trabajé tres años en una compañía y luego en otra. Empecé como tapicero trabajando en la producción y hoy estoy en el departamento de diseño”.
Vive en una ciudad pequeña, High Point, Carolina del Norte, alejado de las grandes ciudades. “Llegando aquí nadie me conocía. La adaptación no fue difícil”.
Y a la distancia sigue el fútbol: “A mi hijo mayor siempre le pregunto por el FAS y Metapán. Tengo contacto con Zarco, Fito Menéndez”. Y le quedó una espina sobre un tema doloroso: “El problema de los amaños fue terrible para mi persona. Eso nos arrastró a todos los futbolistas salvadoreños. Mucha gente se preguntaba después si todos habíamos hecho eso. Yo no creía. Cuando nosotros jugábamos eso era impensable. Uno salí a ganar y matarse en el campo. Desde ese momento me decepcioné un poco”.