Era Julio en Toronto. El Salvador se alistaba para jugar su tercer y último partido de la Copa Oro del 2015 ante Jamaica. Hay una sensación de que el cuerpo técnico de Albert Roca, de no ganar ese partido, estaba dirigiendo los últimos minutos a este grupo de jugadores. La comunicación con los dirigentes de la FESFUT no era fluida. Muchos de sus requerimientos no eran atendidos y hubo distanciamiento por ello. Un caso puntual fue la salida de Aitor Unzué, a quien los españoles llevaron para analizar vídeos pero la FESFUT no consideró prioritaria su continuidad. Así como este, muchos detalles que complicaban el trabajo de un cuerpo técnico que no era provisto de las herramientas requeridas para un trabajo completo.
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Ramón Maradiaga conoce a ese cuerpo técnico y en ese momento. El ex mediocampista hondureño trabajaba para la CONCACAF en la elaboración del reporte técnico del Grupo B de la Copa Oro que incluía a El Salvador, Canadá, Costa Rica y Jamaica. El reporte destaca “el crecimiento en la organización táctica” de El Salvador a quien reconoce como una de las selecciones con esquema “mejor definido” y formaciones “más estables”. Para los encargados del reporte, la Selecta “dejó una gran imagen por su capacidad técnica, sin orden táctico. Siempre compacto, con buena posesión…buen criterio bajo presión. Carente de profundidad. Necesita trabajar en el aspecto físico.”
Pero Roca se fue por diferencias con la FESFUT que se interponía en lo que evidentemente era un proceso en crecimiento. El candidato desde el primer momento fue a quien los dirigentes habían visto en varias ocasiones en la Copa Oro ejerciendo las funciones de analista para la Comisión Técnica de CONCACAF. Una de las ventajas que Maradiaga encontraba al dirigir la Selecta era haber conocido al equipo en ese torneo regional. Todo lo que vio quedó borrado tras la huelga de los jugadores. Todo por reclamar mejores condiciones de trabajo, herramientas. Eso de lo que no han contado los anteriores entrenadores. Lo mismo que le faltará a los siguientes siempre que siga instalada en la FESFUT una dirigencia incapaz de ver hacia delante.
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Y Maradiaga se fue. Tampoco le dieron el mínimo apoyo para trabajar. Le fallaron en las promesas que le hicieron al llegar al equipo. Cualquier entrenador quiere tener contacto con los jugadores que dirige. En una selección nacional la complejidad aumenta cuando casi la mitad de los convocados juegan en equipos extranjeros. A Maradiaga le dieron un celular para hablar con los jugadores. Aún así le era difícil. El celular no estaba abierto para llamadas internacionales. Podría haberse comunicado por Internet, pero el servicio en su oficina en la FESFUT no funcionaba regularmente. ¿Visitar a los jugadores que juegan en el extranjero? Ni en sueños. El contacto con los jugadores terminaba cuando terminaba una concentración.
Maradiaga se sintió sólo. Antes que él también el Zarco Rodríguez, también Roca. Lo mismo podrían decir los que antes que ellos tuvieron a su cargo dirigir a la Selecta. Una selección nacional a la que le falta una organización que actúe acorde a la ambición de la afición que la apoya. La falta de preparación repercute en la actuación de jugadores que claramente no se sienten importantes. Los importantes son los dirigentes.