En el voley sentado la estatura es más determinante incluso que en su hermano olímpico, porque aquí la capacidad de salto es irrelevante: los jugadores dependen exclusivamente de su tronco y sus extremidades superiores tanto para las recepciones como para los rechaces e incluso para desplazarse. La red está situada a 1.20 m., lo que suele superar la cabeza de los jugadores, incluso de los más altos.
Brasil, un país con gran tradición en este deporte, puso en marcha un intenso ‘scouting’ para encontrar jugadores altos, y halló varios. Su buque insignia es el rematador y bloqueador Anderson Ribas da Silva, que con 2.12 m. parecía el jugador definitivo en este deporte… hasta que llegóMorteza Mehrzad (versión corta y más asequible de su apellido). Con él termina la escalada armamentística porque, sencillamente, no hay contrarréplica posible.
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Irán siempre ha sido una potencia en el voley sentado (cinco oros Paralímpicos y dos platas), pero la incorporación de su nueva estrella le aporta un plus determinante. Y eso que no ha explotado ni la mitad de su potencial.
Mehrzad, de 29 años de edad, nació y vivió toda su vida en Chalos, al norte del país. En la adolescencia comenzó a mostrar síntomas de acromegalia, una enfermedad que provoca cambios severos en la estructura ósea. A los 16 años, y midiendo ya 1.90, tuvo un accidente yendo en bicicleta y su pierna derecha dejó de crecer al mismo ritmo que la izquierda; actualmente es 15 cm. más corta.
Sus 2.46 metros le convierten en el hombre más alto de Irán y en el cuarto del mundo, sólo superado por el pakistaní Ajaz Ahmed (2.54), el turcoSultan Kosen (2.51) y el marroquí Brahim Takioullah (2.47).
Al deporte no le importa como eres, le importa lo que haces. #VoleibolSentado #IRI x #BRA #JuegosParalímpicos pic.twitter.com/ujGaIgNgGc
— Rio 2016 (@rio2016_es) September 18, 2016