¿Qué pasó con…? Rafael Santos

Campeón Centroamericano en 100 metros en 1964, compitió en la máxima prueba de la velocidad atlética en los Juegos Olímpicos de México 1968

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Foto Por edhdep

Por Texto: Carlos López Vides / @celvides | Fotos: Jorge Reyes / Archivo cortesía de Rafael Santos

2016-09-18 9:29:00

Los números son fríos. No cuentan la historia completa. El número del velocista salvadoreño Rafael Santos en los Juegos Olímpicos de México 1968 fue de 11.22 segundos, el tiempo que le tomó superar los 100 metros. Solo le alcanzó para terminar octavo en su “heat” clasificatorio, y en el puesto 63 entre 65 atletas en la general. 

Pero hay mucho más detrás de esa cifra fría. Historia no contada. Por ejemplo, Santos explica hoy que “competí con una ropa que no era la oficial, porque no me dieron. Corrí con una camisa con ganchos, porque el short se me caía. Así corrí. Además llegué lesionado en la parte trasera del bíceps femoral de la pierna izquierda. Cuando iba corriendo, sentí el jalón, y terminé cojeando. Por eso hice la marca de 11.22. La pista era diferente, no estábamos acostumbramos a pista de tartán. En el Flor Blanca entrenábamos en pista de tierra y cascajo. Nunca había competido en tartán. Y a México llegué cuatro días antes de la prueba”.

Todo eso afectó la carrera de Santos. Su “heat” lo ganó el francés Gérard Fenouil, que registró 10.4 segundos… no muy lejos de la marca que había logrado el salvadoreño en 1964, en el Flor Blanca, que fue el mejor registro de su vida: 10.8 segundos. 

El oro olímpico en México 1968 terminó en el cuello del estadounidense Jim Hines, que hizo 9.95 segundos, nuevo récord mundial para la época, y además fue el primer atleta olímpico en bajar de los 10 segundos. 

A Santos le tocó observar lo hecho por sus rivales. No niega que se sintió “mal” por no haber mejorado su marca personal, en los primeros Olímpicos para El Salvador en toda su historia. Pero hay más historia detrás de esos 11.22 segundos… literalmente, cuenta que le tocó pagar para representar al país. 

Rafael Santos (centro) en su etapa de entrenador. Foto/Cortesía de Rafael Santos

“Viajamos a México en aviones de la Fuerza Aérea, y el coronel José Larios Guerra, que era presidente del COES (Comité Olímpico de El Salvador) y de la Federación de Atletismo, me dijo que yo tenía que pagarme la estadía, porque ya no había cupo. Pagué 120 dólares. Pero yo lo hice porque estaba entusiasmado, me gustaba correr y quería competir”, explica hoy el ex velocista.

Haber estado en unos Juegos Olímpicos fue el momento culminante para Santos, que de niño desechó el fútbol y el baloncesto porque, con 1.65 metros de estatura, “era muy chiquito y no tan bueno; además sentí que tenía cierta disposición para la velocidad”. Se fue al Flor Blanca y ahí encontró a quien sería su mentor, Juan Véliz, quien lo midió… y lo retó. 

“Me tomó los tiempos y me dijo que tenía que aprender a correr, hasta a caminar, que tenía mala técnica y que era un desastre. Que caminaba como Charles Chaplin. Me empezó a explicar y a darme su filosofía de trabajo. Él me inculcó que las cosas hay que hacerlas perfectas. Si no va perfecto, no sirve. Si le tira al 100 % va a lograr el 85%, pero si le tira a 80 %, eso no sirve. Me enseñó tres palabras: constancia, paciencia y fe”, recuerda Santos.

Eso fue en 1963. Al año siguiente, fue campeón nacional y de Centroamérica. Para 1966, les cambiaron entrenador. Llegó el alemán Lothar Pädelt y fue “un fracaso” en unos Centroamericanos y del Caribe, en Puerto Rico. En 1967 regresó a entrenar con Véliz, y luego vino México 1968. Los 11.22 segundos. La cifra que no cuenta toda la historia. 

Después de esos Olímpicos, Santos continuó entrenando, pero no consiguió las marcas para ir a Münich 1972. Cambió al decatlón (dice que fue el primero en practicarlo en el país), y hasta compitió en 1970 en unos C.A. y del Caribe, en Panamá, donde terminó 16 entre 21 en esa prueba. Luego, poco a poco se alejó del deporte competitivo y abrazó su otra vacación: enseñar. 


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¿Qué hace?

Mientras entrenaba atletismo, Rafael jamás dejó los estudios. Al contrario, se volvió un entregado a la educación. En 1964 comenzó a estudiar química industrial, y después de México 1968 llegó a completar estudios universitarios de ingeniería agronómica, todo en la Universidad de El Salvador.

En 1974 ingresó al Ministerio de Agricultura como agrometeorólogo, y además realizó tres posgrados, dos en Costa Rica y uno en Israel. También cursó administración de empresas en la Universidad Tecnológica, así como Administración de Empresas en la Universidad de Administración de Negocios. 

No se quedó ahí. Completó la carrera de Educación Física en la Universidad Evangélica, en la que luego fue profesor. Y habla seis idiomas: español, inglés, francés, alemán, italiano y ruso.

Actualmente, Santos explica que “estoy en la Facultad de Ciencias y Humanidades de la UES, en la Carrera de Educación Física. Doy materias de atletismo, biomecánica y teoría del entrenamiento. Y soy instructor de atletismo de la UES, en el Complejo de la Universidad”; en ambos cargos lleva 13 años. 

Ha formado a “unos 70 atletas de alto nivel” en su trayectoria, y fue entrenador de la Federación Salvadoreña de Atletismo durante 35 años, “de los que sólo me pagaron 11”, dice sin rencores el ex velocista, un hombre entregado al deporte, los estudios y la formación de atletas a lo largo de su vida.