La Liga de Campeones de Concacaf sigue siendo otra de las espinas que tiene el fútbol salvadoreño. Pasan los años, se renuevan los equipos y el resultado es siempre el mismo con el nuevo formato: eliminados en primera fase. Esta vez no fue la excepción con la corta participación de Alianza y Dragón.
Había más expectativas puestas en los albos que en los migueleños, claro. De un lado se reforzaron con jugadores de los más importantes del medio local, del otro desmembraron el equipo. Del lado de Alianza sus representantes acomodaron bien las participaciones y le dieron el debido descanso a sus jugadores. Del lado del Dragón, todo lo contrario: sus descansos no tuvieron el mínimo indispensable regido por la FIFA en algunos casos.
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Los dos estuvieron a punto de conseguir un puntito en EE.UU. ante equipos de la MLS pero tuvieron un último minuto fatal. Tampoco pudieron definir de local. Y Dragón fue apabullado en Costa Rica. Lecciones que se deben aprender de una vez por todas.
Cada vez que termina un torneo en El Salvador y se consagra un equipo, las declaraciones giran en torno de hacer un buen torneo internacional. Hace tiempo que las promesas no se cumplen. En nueve ediciones, han participado siete equipos salvadoreños y todos naufragaron.
La última vez que hubo un clasificado se remonta al 2011-2012 y es un recuerdo pésimo: el fatídico 8-0 de Pumas a Metapán en un partido altamente sospechado de soborno. Nadie investigó, ni aquí ni en Concacaf.