De lo Mágico a la nada y de regreso

Columna de opinión de Oskar Olsen, agente de jugadores

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Frustración entre los jugadores al final del partido, el resultado complica las aspiraciones mundialistas.

/ Foto Por Marlon Hernández

Por Oskar Olsen | Twitter: @onfield_MGMT

2016-09-20 9:05:00

Mi Nombre es Oskar Olsen, actualmente CEO de Onfield Management, una empresa que hoy en día tiene el honor de representar a una cantidad importante de jugadores de fútbol, entre ellos algunos salvadoreños. Soy orgullosamente noruego, pero estoy igualmente orgulloso de sentirme salvadoreño, ya que tengo la fortuna de haber vivido nueve años de mi infancia en El Salvador y de visitar infinitas veces este país.

Además mi otra mitad y compañera de vida es salvadoreña, así que sin duda El Salvador tiene un lugar especial en mi corazón. Por eso dedico estas líneas a quienes buscan tomar la batuta para que salga adelante el fútbol en El Salvador, y al que no le importa, también, porque aunque no lo crean un mundial salvadoreño podría propiciar un mejor El Salvador.

Mi primera memoria del fútbol se sitúa en el Estadio Cuscatlán con mi querido mi padre. Era El Salvador vs Mexico, eliminatoria de mundial. Un estadio que no temblaba, sino latía en un común sentimiento de orgullo que me dejaba la piel de gallina a mi corta edad.

Era la esperanza de todo un país puesta sobre 60×110 metros. Ganamos 2-1, y ahí un sueño se sembró en mi mente: “Yo trabajaría con fútbol a como diera lugar”; y así, sin saberlo, buscaría y busco poner mi granito de arena para ayudar a que El Salvador algún día llegue a un mundial, ¡que bello sueño!

El fútbol: un fenómeno mundial, una forma de arte popular, un deporte de las masas, una arma contra la guerra, una herramienta para ganar votos, un símbolo de orgullo, un Ronaldo, un Messi, un Ronaldinho, un Maradona y sobre todo un solo Mágico.

En el fútbol existen los que se dejan llamar pitbulls, pumas, tigres, brujos, fenómenos, cracks, titanes, los comprados y los vendidos, pero solo existió un Mágico. Ese mago que a diferencia de Houdini aparecía cuando más lo necesitaba su afición, ese diez que cada vez que tocaba la pelota te hacía soñar, con una sutileza y picardía que para él era natural, llevaba la pelota hacia el gol como si pasara conos de entrenamiento.

Tenía una manera de entender el juego que a muchos de nosotros nos causa una nostalgia difícil de explicar y que a veces nos lleva al borde de derramar una lágrima de felicidad con solo revivir sus mejores momentos.

Era un excéntrico, con un estilo único y una cantidad incontable de trucos en sus botines y genialidades que usaba sin pensar en el momento justo, un jugador que logró llenar un estadio completo con pañuelos blancos que se movían al ritmo de cantos para él en los días en los que era invencible.

Un verdadero crack de este hermoso deporte, el que siempre trató a la pelota de usted y no de tú, el único “Mago del Fútbol”.

Ese Mago irreal salió del “Pulgarcito de Centro América”, volviéndose en lo más grande que le pasó al fútbol salvadoreño y además, al Cádiz de España. Es el único jugador que Diego Maradona admitido ser superior a él. Un fuera de serie a tal grado, que me atrevo a decir, es el único salvadoreño que tiene una estatua de sí mismo fuera del país hecha en su honor, en gratitud por compartir sus mejores trucos con el mundo.

El Mágico González es aún un bohemio, un loco, un creativo, un malentendido y sobreentendido, un genio, y sobre todo, un Picasso del fútbol que pintaba los partidos con sus colores y a su gusto, alguien que ha dejado un legado difícil de batir.

Pero su mejor truco, en una humilde opinión personal, no fue ninguno de los antes mencionados, no. El más importante de su carrera fue la semilla que a lo largo de su carrera logró plantar en la mente de cada salvadoreño, un sueño difícil pero no imposible, el poder algún día volver a encontrarse a Hungría en un Mundial y pedirles la revancha, un mundial para un país que lo necesita tanto para reencontrarse consigo mismo; un país que pronto cumplirá 35 años de fiebre mundialista sin cura ni remedio, un país que respira fútbol pero donde cada día hay menos oxígeno.

Ese señores y señoras es su legado. Quién tomará la varita mágica es aún un misterio entre los volcanes de El Salvador.

Eran otros tiempos los del Mágico, un fútbol más lento, menos físico y que se jugaba de tú a tú. Era un fútbol abierto, hecho para el individualista y por ello a un jugador con los dones del Mágico no se le exigía en lo mínimo defensivamente.

El fútbol ahora es más táctico, se espera un rendimiento físico importante de los jugadores y el equipo que no logre jugar en conjunto, pierde. Se demanda un jugador más completo en el fútbol de hoy, independientemente de su posición en la cancha.

2016 y no existe ningún Mago, ni brujo, ni tigre, ni cracks en el fútbol salvadoreño, pero sobran las excusas, los malos manejos, la mala planeación, los que piensan a corto plazo y los que nunca se pararon en la cancha pero viven del fútbol. Existe un grupo joven de jugadores, con un corazón enorme, sano y listo para dar lo mejor de sí, pero les falta rumbo, sentido común, aire en las velas: falta alguien que tome el timón.

En el país se cree que el contratar al técnico “correcto” nos llevará a un Mundial, lamento informarles que aunque se contrate a Pep Guardiola, no habrá Mundial para El Salvador. Contratar un técnico de esta manera es como contratar al mejor delantero del mundo, pero jugar sin portero.

No depende de quién sea técnico, sino de un fútbol sano, un proyecto país para el deporte rey, el país necesita, grita por un nuevo Mágico González, pero esta vez fuera de la cancha. El fútbol necesita de un visionario, una visión a largo plazo y sobre todo una mano dura y con amplio apoyo que logre reestructurar el fútbol en El Salvador. ¿Quién será ese “Mago”? No lo sé. ¿Existe gente capaz en el mundo? Sobran.

El problema y la solución se encuentran ambos bajo un mismo techo, en el tope de la pirámide del fútbol salvadoreño. Al que no lo vea así, se le pide de favor sentarse con Don Beltrán teniendo solo permiso de aplaudir cuando termine el show.

El fútbol en El Salvador necesita un cambio, un tirón de timón tan fuerte que conlleve a un choque frontal, un golpe tan duro que reacomode las neuronas y deje entrar nuevo aire por todas las grietas de FESFUT, las ADFAS y el resto del fútbol en el país.

En la actualidad, ser presidente y/o parte del comité ejecutivo de FESFUT se basa solamente en quién debe qué favor a quién y para cuando, a qué club le toca ahora y quién no le entró a la vaquita de oro se quedó fuera. No está basado en quién realmente quiere y tiene la capacidad de dar lo mejor de sí para el bien del fútbol.

Pongo la pregunta sobre la mesa: ¿Por qué no existe un estricto reglamento sobre quién puede ocupar un puesto de poder en la federación?

En los estatutos de FESFUT deberían de existir criterios mínimos para tener un puesto en el comité, como lo son una educación apropiada (mínimo una licenciatura apta), un nivel de idiomas adecuado (inglés como base), un historial extenso dentro del fútbol, un registro de antecedentes penal limpio y llegar al puesto más alto con una campaña basada en un proyecto sólido, validado y a largo plazo para el fútbol del país.

El fútbol en El Salvador solo podrá cambiar cuando las personas que estructuran, financian, moldean y dirigen desde arriba el deporte sean personas capaces, educadas y con suficiente conocimiento sobre el tema para hacerlo. ¡No puede ser que cinco sujetos tragando pupusas en la “oficina oval” inventando lo que va a pasar el día a día sean los que manejen nuestro fútbol!