Uno de los establecimientos se llama “Reparaciones urgentes”, otro “Electricistas 24 horas”. Ambos quedan a unas pocas cuadras de la calle Padre Damían y el Paseo de la Castellana, la cuadra del Estadio Santiago Bernabéu. Opciones sobran para que Zinedine Zidane encuentre un técnico electricista que corrija lo que al francés tanto le ha molestado en el último mes: su equipo no entra “enchufado” a los partidos. La explicación para Zidane arranca por entender que su equipo no comienza los partidos con la intensidad que merecen.
Le ha pasado ante el Villarreal cuando dijo que “salimos menos enchufados”. Antes le sucedió contra el Sporting en Champions, “no hemos empezado bien”. Que en francés significa “no hemos estado enchufados”. El Real Madrid no necesita un mejor esquema, necesita un técnico electricista. Esto le corresponde a Zidane que aún no pierde, pero tiene cuatro partidos sin ganar. Consuelo comparable con creer que tener un dirigente en CONCACAF es sinónimo de buen trabajo. Los resultados todavía protegen a un equipo con carencias desde la construcción del plantel.
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Sin bálsamo para curar la ausencia de Casemiro o mejor dicho, sin un jugador que recupere tantas pelotas como el brasileño, el Real Madrid pierde sentido ahí donde se juega: en la mitad del campo. Danilo tampoco es Marcelo y es que Danilo no es lateral izquierdo, que es donde ha jugado ante Eibar. No hubo en el mercado o desde la dirección deportiva (que es lo mismo que decir “Presidencia”), una orden para buscarles suplentes.
La “empatitis” del Real Madrid se cura encontrando sentido a la posesión. No por tener jugadores que corran rápido con el balón, un equipo como el Madrid debe asumir que a la contra es como mejor juega. Lo de la intensidad lo corrige Zidane, sin esto regala minutos. Así se le han ido seis puntos en una Liga que ya se parece a una Liga normal. Una en la que un equipo puede perder (empatar en el caso del Madrid) ante cualquiera y en cualquier campo. Si el fútbol tiene algo de magia es que es un espectáculo imprevisible. Dinámica de lo impensado, como lo llamaba Panzeri.
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Cuando se sabe quien va a ganar, se pierde algo de gracia. Que mejoren Real Madrid y Barcelona jugaría en contra de esta variable, porque son equipos con una colección de individualidades incomparable, pero en el estado actual, no invencibles. Después del partido en Mönchengladbach los elogios eran todos para Luis Enrique. El técnico del Barcelona recibía la mejor calificación. Sus cambios de esquema permitían la catarata de aprobaciones y que su equipo remontara el partido de Champions ante el Borussia.
Nadie dijo que poner a Paco Alcácer desde el arranque era un error monumental. El Barcelona había ganado. El domingo perdió en Vigo y la derrota validaba cuestionar a Luis Enrique. El Barcelona tiene muchos jugadores de calidad, pero solo once para armar un equipo – diez hasta que se recupere Messi y al menos ahora que comienza octubre. Ante el Celta el segundo plan de acción, tras quedar atascado sin pelota en Balaídos, fue meter a Iniesta tras regalar sin juego al Celta sin él y subir a Piqué al ataque. Por mi, que no reparen en sus errores, la Liga es mejor cuando Real Madrid y Barcelona pierden puntos ante cualquiera.
Es imprevisible, parece una Liga.