Cuando en el año 1886 un grupo de empleados de una fábrica de armamentos en Woolwich, en el sudeste de Londres, decidió formar un club de fútbol jamás imaginó en lo que su Arsenal se convertiría unos 130 años después. Producto de la globalización, el Arsenal hoy pertenece en un 66.6% al millonario estadounidense Stan Kroenke y el otro 33.3% al ruso Alisher Usmanov, juega en un estadio llamado Emirates, lleva 20 años dirigido por un francés (Arsene Wenger) y sus figuras principales son un alemán (Ozil) y un chileno (Alexis Sánchez).
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Los tiempos han cambiado en el fútbol mundial, y cada vez es más frecuente ver a multimillonarios –muchos de ellos sin el mínimo conocimiento del deporte- adquiriendo los clubes más importantes del planeta. El Inter, uno de los históricos de Italia, está en manos de chinos e indonesios. El mítico AC Milan tendrá dueños chinos antes de que termine 2016. Los millones provenientes de Qatar y Emiratos Árabes transformaron en clubes de élite al Paris Saint Germain y Manchester City, que durante años estuvieron relegados a roles secundarios. La tendencia cada vez es más manifiesta…
En el fútbol actual los equipos se dividen en tres tipos. Aquellos que son auténticamente clubes, como el caso del Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna, que no tienen dueño: pertenecen a los socios, quienes votan a un presidente -Florentino Pérez, por caso- por determinada cantidad de años para que conduzca la institución. Dichos clubes no están a la venta. El segundo tipo son las sociedades anónimas –como el Manchester United, PSG, Milan, Juventus, Liverpool, etc-, que se manejan como empresas y pueden tener a varios accionistas.
El tercero es el que se ocupa en Alemania, donde aplican “la regla del 50+1”. Es decir, el 51% de las acciones de un club son propiedad de los socios. Por lo tanto, si un jeque o un millonario chino quiere comprar no tendrá el control total de la institución. Hay dos excepciones, y son empresas ligadas durante más de 20 años a un club, como Bayer, dueña del Bayer Leverkusen, o la automotriz Volkswagen con el Wolfsburgo. Es interesante el caso del Bayern Munich, que tiene en Allianz, Audi y Adidas tres accionistas con el 8.33% cada una, pero el restante 75% pertenece a los socios.
Cada vez son más los casos de desembarcos de millonarios en el fútbol, y no todos son exitosos como el del Manchester City, al que los petrodólares convirtieron en un equipo lleno de figuras y con el entrenador mejor pagado del mundo (Guardiola), o el del Chelsea, que apuntalados por dinero del ruso Roman Abramovich llegaron a ganar cuatro ligas y una Champions League.
Un ejemplo negativo es el Valencia, un club acuciado por las deudas, que terminó en manos de Peter Lim, un magnate singapurense que saneó el club e inyectó dinero para fichajes… Pero las buenas intenciones no bastan, sobre todo si el dueño maneja el club a 12,000 kilómetros de distancia, pone de presidente a una mujer que no habla español y de entrenador a alguien con poco conocimiento y cero experiencia, como el caso del inglés Gary Neville. Conclusión: desastre.
Conocer el mundo del deporte a veces no es suficiente. Tanto Manchester United como Liverpool tienen dueños estadounidenses, y en ambos casos vasta experiencia en manejar equipos de NBA, béisbol y fútbol americano, pero eso no es garantía. Ambas aficiones de los clubes ingleses se han manifestado en contra de sus propietarios, a los que acusan de verles como una línea más de negocio.
Empresarios de Estados Unidos, Rusia, Qatar, Emiratos Árabes, China y países del sudeste asiático se dividen el mercado. El Leicester, campeón inglés tiene un excéntrico dueño tailandés. A la Roma la manejan inversores desde Boston. El Espanyol ahora le pertenece a un chino que hizo rico vendiendo carros de juguete a control remoto… Carlos Slim sigue acumulando equipos: en México, Perú, Argentina, Chile…
¿Cuál será el próximo club en caer en manos de un magnate? El Milan no cuenta, porque es cuestión de días para que pase a capitales chinos. El que por ahora resiste es Juventus, manejado desde 1923 por la familia Agnelli, los dueños de la FIAT y Ferrari, entre otros. La pregunta es, ¿hasta cuándo?