Ramón Maradiaga se fue y con él, parece ser, se llevó todos los problemas del fútbol nacional. Digo, porque tras la marcha del hondureño no volví a escuchar, salvo unos pocos necios -como yo-, que pidieran, exigieran, o al menos preguntaran por el nuevo técnico de la selección nacional.
Algunos dirán que para qué contratar un técnico para la selección mayor (así, en minúsculas, como el momento que vive nuestro fútbol), que no tiene razón porque ya estamos eliminados del Mundial, etc.
Yo les recuerdo que estamos a dos meses, quizás un poco más, de la Copa Uncaf (es en enero) donde nos tocará eliminarnos para la próxima Copa Oro, un torneo que, es verdad, reparte boletos con más facilidad que casa comercial en diciembre. Les recuerdo la fecha porque hoy es cuando debemos preguntar ¿Qué pasa con el técnico del equipo de todos?
Después, cuando ya alguien esté montado en el caballo, no se vale criticarlo, vilipendiarlo por los resultados, obviando los precedentes. Muchos dirán que acá en El Salvador se ponen los bueyes atrás de la carreta, que se apuesta en sentido contrario. Son importantes las selecciones juveniles, el apoyo que se les está dando, pero ¿y la Mayor? , ¿acaso no es también importante? Ojalá y cuando le llegue el tiempo a la Selecta de participar en Panamá, en enero, no nos haga pasar decepciones. Ojalá que no, pero si llega a pasar, ojalá que, hoy sí, salgan los verdaderos responsables.