Los ojos del mundo en Río

Este viernes arrancan los Juegos Olímpicos y todo el planeta estará pendiente

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Foto Por edhdep

Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2016-07-31 9:58:00

El mundo en Río. Esa es la gran preocupación de la sede Olímpica. El mundo deportivo desembarca en una ciudad que duda sobre sus condiciones para satisfacer las exigencias de la cita más importante de su historia. Es cierto que el Mundial de fútbol estuvo acá hace dos años, pero la dimensión de los Juegos no tiene punto de comparación. Es un encargo logístico que puede convertirse en un huracán de fuerte categoría. 

Esta obligación también ha sido la culpable de una inversión sin antecedentes en Río. Una amplia autopista recibe a los viajeros al salir del aeropuerto. Estaciones de transporte público en zonas aisladas antes de los Juegos. Deodoro, al norte de la ciudad, albergará deportes como rugby, pentatlón moderno y canotaje de aguas rápidas. Este centro deportivo será un legado de los Juegos y se convertirá en parque acuático para una de las zonas de menor crecimiento económico de la ciudad. Cuando se cuente el último centavo invertido, los Juegos de Río podrían llegar costar 5 mil millones de dólares. 

El viernes anterior, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, y el alcalde de Río, Eduardo Paes, inauguraron una nueva línea del metro que conecta los más importantes puntos de la ciudad, el centro y Copacabana, con Barra de Tijuca, adonde se encuentra el Parque Olímpico. La inversión para estos Olímpicos es la continuación de la hecha para los Panamericanos del 2007, los que sirvieron como prueba del interés de Río por convertirse en sede Olímpica. 

Al lado de esta inversión ha estado una de las más importantes crisis políticas y económicas de esta nación brasileña. La tormenta perfecta. Los brasileños han evidenciado que las costumbres políticas y el espinoso entramado de corrupción estaban arraigadas desde hace años y, ante la urgencia de poner a punto el país, sucumbieron y quedaron a la vista. Los Juegos Olímpicos, en esta tormenta, pueden ser el peso que suma aún más a Brasil. 

Un país de contrastes y necesidades muy profundas. La ambición de sus políticos ha dejado expuesto a los brasileños a recurrir a esfuerzos extraordinarios para mostrar su buen rostro: el de la sonrisa permanente, el de los paisajes de colores. Brasil se alista a tropezones, de prisa, pero lo intenta. Ya han sido golpeados por las críticas sobre el agua, la villa, el transporte y la seguridad. Habrá que recordar que estos son temas que forman parte de la agenda mediática de cada Juego. Atlanta, Sydney, Atenas, Pekín y Londres, para no ir muy lejos, tuvieron sus percances. Luego arrancó la fiesta y a eso hemos venido. 

En los pasillos del Maracaná caminan apurados grupos de artistas vestidos con trajes luminosos. Grandes banderas adornan el techo de este histórico escenario. La pantalla del estadio dice: “Por favor, guarden el secreto”. Acá se ensaya la ceremonia de inauguración de los Juegos. Para nadie es un secreto que nuestra delegación llega acá gracias al esfuerzo de un Comité Olímpico abandonado por el estado. El deporte no es prioridad ni cuando ha podido convertirse en un motor que eleve la autoestima de la sociedad. Para nadie es un secreto que los atletas salvadoreños que acá llegan, ya han triunfado aún sin empezar su competencia.