La práctica deportiva en horas cuando la temperatura oscila entre los 38 y 42 grados centígrados y aplicando esfuerzos óptimos es altamente perjudicial para la salud de los practicantes. No olvidemos que el aumento de la temperatura corporal durante la actividad física es proporcional al aumento metabólico y que el organismo lucha por mantener la temperatura de nuestro organismo lo más cercano a la temperatura de reposo.
El hipotálamo es el encargado de activar los mecanismos para que el calor sea disipado, estos (radiación, conducción, convección y evaporación) deberán responder en forma óptima y ser regulados por la vasodilatación y la sudoración. Eventos con una duración continua de 40 minutos en adelante demandan de un tratamiento muy dedicado para que los deportistas no se deshidraten, sufran golpe de calor, lesiones, afección cerebral, cardiaca o renal, notoria deficiencia en su rendimiento, actos de conducta negativa o la muerte.
El organismo se debilita al buscar que no se eleve la temperatura corporal, envía sangre a la periferia y músculos y vísceras se quedan desprotegidos (y son los que más la necesitan); al incrementar la sudoración, hay pérdida de sodio y potasio y la sangre se vuelve gruesa, por lo que se incrementa el gasto cardiaco para mantener una efectiva circulación.
Es el entrenador, el preparador físico, el médico, etc. el responsable de dosificar antes, durante y después de todo esfuerzo una hidratación, rehidratación (bebidas isotónicas) y mecanismos profilácticos y curativos que lleven a facilitar la termorregulación; y los dirigentes, de poner mucha atención en las programaciones de eventos, en la atención oportuna con líquidos durante la competencia, dando agua y rehidratantes durante los entrenamientos (200 ml cada 20 minutos como mínimo por practicante), velando por que se cuente con personal médico desde que inicia cualquier evento y la disposición para conducir al deportista afectado a un centro asistencial. Estamos por enfrentar el clima más arriesgado y en nuestro medio son el fútbol, el baloncesto, el voleibol, el atletismo, el ciclismo y clases de educación física, etc., los que más atención necesitan.
No olvidemos que los niños son los más propensos a golpes de calor y a acumular secuelas que les afectarán por siempre. Es necesario tener claro que nuestra responsabilidad fundamental es proteger al deportista, que no son máquinas de producción, sino humanos buscando llevar a una máxima expresión sus propiedades biosíquicas de las que muchos nos lucramos o nos recreamos.