Muchos dicen que dice mucho con poco, pero demasiado; otros que es más profundo que las reflexones más profundas; otros, que en realidad no dijo nada, aunque lo expresó todo. Es Jorge González y su forma única de comunicarse, de expresar lo que desde su amor por la pelota siente, ese amor que, quizá, solo se ve más pequeño si se le compara por el cariño que siente por “su paisito”, como le llama a él a El Salvador.
Lograr una entrevista con él es una odisea. Así lo atestiguan periodistas locales y también peregrinos de México, Argentina, España… pero, al pasar del umbral de toda la logística para tenerlo enfrente, una charla con Jorge sobre fútbol es una ventana a ese laberinto de gambetas y recuerdos, de verdades como culebritas macheteadas. Y en medio de sus frases tan “sui generis” de aquel que fue “Mágico”, está el Jorge González Barillas más sencillo, honesto y alejado de las cámaras. El más auténtico.
Atreverse a un manual para comprender al “Mágico” González es mucho. Pero sí se puede hablar de los pilares de donde parten sus acciones, y de ahí las decisiones que tomó dentro de la cancha, y fuera de ella, con esa hechicería balompédica que mantiene la magia, a pesar del paso de las décadas.
1. El fútbol no es trabajo, es fútbol
Ver el deporte como algo que no fuera diversión con el balón no entra en la filosofía del Magiquismo. “No me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme”, dijo en su etapa de futbolista activo González. Y la gente lo amaba por esa forma desfachatada (si se quiere) de conducir el balón. Se divertía él y enardecía a los graderíos con la pelota. No lo hacía por dinero, por un mejor fichaje, por ir a un club más reconocido. Lo hacía por eso que tenía en el coco: el fútbol como diversión.
2. Ser feliz sin dañar a nadie
Que se fue de gira con el Barcelona y Menotti lo quería, que pudo ir al Atalanta, que lo tuvo en agenda el PSG… surgen esas y más anécdotas alrededor de un Jorge que, por talento, pudo jugar en cualquier club del mundo. Y entonces hay que recoger algunas de sus frases. “La noche hay que respetarla, es un asunto serio. Hay que saber andar en la noche. Es un arte”, lanzó. Pero él mismo matizaba: “No entiendo cómo la gente puede creer que me dormía en los entretiempos. No sé quién es el genio que lo inventa”. Y también llegó a decir “yo he respetado mucho al fútbol, al que no he respetado es a mí mismo”. La realidad es que Jorge decidió quedarse en Cádiz y ser feliz a su manera, sin molestar a nadie más. No esta enojado ni peleado con “el Mágico” que pudo ser. Fue Jorge.
3. Azul y blanco en la sangre
Jorge siempre recuerda el mérito que tuvo la selección de 1981, que logró clasificar al Mundial de España 1982. Rememora que fue en medio de las balas, durante el enfrentamiento civil que atormentaba a nuestro país. Y le llena de orgullo recordar que cada gambeta suya servía no solo para deleitar al público y enamorar al periodismo, sino también para poner en alto el azul y blanco salvadoreño. Jamás renegó de sus raíces. Ni antes ni ahora: en 2013, en Pachuca, le regaló al país la alegría de ver a un salvadoreño en el Salón de la Fama del Fútbol.
4. Respeto y esperanza
Muchos técnicos han pedido que Jorge esté cerca de sus selecciones nacionales, como un talismán. Jorge fue “Mágico” y su figura irradia fútbol hacia los más jóvenes. Y González normalmente ha respondido a los llamados, y al ser consultado por los distintos procesos habla desde el respeto y la esperanza. Un ejemplo: a pesar de que la selección del Primitivo Maradiaga no ha ganado un solo juego y está al borde de la eliminación, Jorge habla de aferrarse a la posibilidad ante lo que viene, México y Canadá. Prefiere el optimismo al derrotismo. Así es el Magiquismo.
5. El Jorge inmaterial
“Es que cuesta hablar con él”; “no está, búsquelo más tarde”; “es posible que venga, pero mejor intente mañana”. La letanía de frases de ese tipo suele acompañar el peregrinaje de los periodistas que se ponen como meta entrevistar a González. Son las anécdotas que cuentan periodistas visitantes de distintas latitudes. Para nada tiene que ver con “divismo” o que no atienda entrevistas por “agrandado”. Nada de eso. Es que Jorge entiende la vida, los compromisos, las citas y horarios a su manera. Y esa forma de gambetear las reglas y los calendarios es parte de su ser.
6. Su otra patria: Cádiz
¿Cómo se puede explicar que el español Nolito, ahora en el Manchester City de Pep Guardiola, 29 años, haya dicho que admira a Jorge González, cuando la gesta del salvadoreño en la Cádiz natal de Nolito ocurrió en los 80s? Porque la magia que dejó el salvadoreño por aquellas tierras no envejece. A “Mágico” lo adoran en la Tacita de Plata, las anécdotas sobre sus maravillas en la cancha van pasando de abuelo a nieto, de generación en generación. Jorge anhela a Cádiz y Cádiz suspira por Jorge. Es un gaditano que decidió no nacer en esa ciudad del sur de España. El Magiquismo es incomprensible sin Cádiz.
7. Luces, cámaras… mejor no
“A mí no me gustan los homenajes. No me gusta el protagonismo”, ha dicho en más de una ocasión Jorge. Por eso es tan difícil verlo frente a una cámara, o que acepte una charla mientras está activa una grabadora. Cuando se le aborda qué está haciendo en la actualidad, no es raro que responda “aquí, intentando no estorbar al que está haciendo algo”. Se considera un “metido benigno” del fútbol, y una frase reciente resume su filosofía: “prefiero dar lástima que provocar envidia”.