“Vamos Chalate” se escucha desde una de las plateas del gimnasio del Polideportivo Merliot. La que está actuando en gimnasia artística es Leydi Gutiérrez, una hija predilecta de Olimpíadas Especiales de Chalatenango y ganadora de medalla de oro en Juegos Mundiales. Termina su rutina con el listón y agradece los aplausos y la felicitación de su entrenadora Marina Segura.
“La competencia es muy buena y también el compañerismo, eso es lo primordial”, dice Segura quien lleva varios años al frente de la delegación chalateca.
Entre los que aplauden a Leydi está la delegación de Sonsonate que llega a estos Juegos con 45 atletas. Heidy Carranza es una de las profesoras y destaca el sacrificio de estos chicos que llegan todas las semanas al estadio Ana Mercedes Campos para poder practicar su disciplina.
También agradece a Alexandra de Regalado porque donó los uniformes para que las chicas de gimnasia pudieran participar. Adonis Monzón, tenista de la delegación sonsonateca agrega: “lo mejor de todo esto es poder compartir con chicos de otras ciudades y competir sanamente. También está la posibilidad de poder conocer otros países”. Ellos van y vienen todos los días desde Sonsonate gracias a una empresa de buses que le facilita el transporte.
También en las plateas del Poli Merliot está la delegación de Morazán. Ellos se quedan en la Villa Centroamericana para poder participar en todas las disciplinas. Son 17 atletas con sus sueños a cuestas. Ana Vigil, una de las profesoras ve en estos juegos algo único: “Veo una gran oportunidad para que los niños puedan expresar sus habilidades y una oportunidad para convivir con otros niños del país. También los padres se dan cuenta de todo lo que pueden aprender sus hijos, inclusive más de lo que se le enseña”.
Josselyn Flores, una de las gimnastas más reconocidas, apoya lo dicho por su profesora: “Es muy linda la competencia y nos da la oportunidad única de poder conocer personas de otros lugares”. De eso también se trata el espíritu de Olimpíadas Especiales.