Chivo expiatorio se le dice a una persona o grupo de ellas a quienes se les hace culpables de algo de lo que no son, para servir de excusa al inculpador… Así reza la definición de la expresión; así es en la realidad. No quiero defender a nadie; ni exculpar a algunos… Pero, personalmente, creo que sería demasiado injusto cargarle todas las culpas al seleccionador nacional, quienquiera que fuera, por los fracasos reiterativos de nuestro equipo nacional.
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Sobre todo después de ver, oír y muchas veces callar las condiciones en las que ejerce su trabajo el seleccionador. Callar, que es lo más grave aún, la falta de planificación, apoyo y preparación para enfrentar, no solo los dos partidos que le quedan a la Selecta en la etapa eliminatoria rumbo a Rusia 2018, si no todas las competiciones. Obviar lo anterior es crear chivos expiatorios, es volver la cara para otro lado por los graves problemas estructurales de nuestro fútbol. Porque hoy podría ser Maradiaga, ¿y mañana quién? Si siguen los mismos problemas.
El hondureño también tiene parte de responsabilidad por su aparente comodidad y aferrarse a un puesto donde, está claro, no lo quiere casi nadie; pero él se va, queda el problema, queda el fútbol maltrecho, quedan los chivos expiatorios.