Como la mayoría de futbolistas de nuestro país, Jorge Suria inició en la colonia, en la Ciudad Credisa, con el reconocido equipo Fortuna.
Un buen día, cuando estaba en un encuentro en San Martín, una persona de San Vicente lo vio y le consiguió una prueba con la reserva del equipo, allá por 1980. “No quedé en la reserva, pero sí me dejaron inscrito en la juvenil”, recuerda el jugador.
Ese fue su primer paso porque, con 17 años, pasó a las reservas y estuvo, al mismo tiempo en la Selección Juvenil de 1982 que participó en el noveno Norceca, que se celebró en Guatemala. Ahí alcanzaron los cuartos de final, en un evento en el que compitieron contra Estados Unidos, Guatemala, Trinidad y Tobago, Honduras y Nicaragua.
Cuando regresó de esta experiencia internacional, en el Independiente de San Vicente lo pasaron al equipo mayor, con 18 años, y se ganó la titular.
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Ya para 1983, era un reconocido jugador que despuntaba, y consiguió llegar a la final con los “fantasmas del Jiboa”. En esa época, para definir al campeón se hacía una cuadrangular. En ella, enfrentaron a Once Lobos, FAS y Águila, y fue uno de sus mejores momentos.
Aunque había comenzado como delantero en su etapa juvenil, se hizo fuerte en la media cancha, y terminó jugando como lateral izquierdo en su última etapa de la vida. Siempre fue un hombre con buena marca y mucho dominio de balón.
Pero no logró la corona. Acabaron en el cuarto lugar con el Independiente. En esa época, abundaban los buenos jugadores en cada equipo. “Estaban, por mencionar algunos, Ever Hernández y David Cabrera, en FAS; los Coreas, Pinho, en Águila, y unos guatemaltecos que reforzaron al Once Lobos. Ganamos un partido, empatamos uno y perdimos el otro”, recuerda Suria, quien hacía grupo con jugadores de la talla de ‘Chila’, Fagoaga, Fernando Rivera, ‘la Tuca’ Gómez, Dagoberto López, ‘Caballo’ Guerra, ‘Chus’ González, ‘Chino’ Rosales, ‘el Pelón’ Ramírez.
De tener la alegría de disputar la final, sufrió también la tristeza de descender con el equipo, apenas al siguiente año. “Jugué dos temporadas y luego pasé a Universidad Nacional”, recuerda.
Ese paso marcó su vida en positivo, y es que ahí comenzó a estudiar Ingeniería Agrónoma y llevaba el estudio y el deporte a la par.
También militó en Club Deportivo Águila, y estuvo en 1991 con el Atlético Marte. Curiosamente, con muchos de sus compañeros de Independiente volvió a reencontrarse con el cuadro emplumado.
A nivel internacional, compitió en el torneo de la Concacaf, en 1984, y también en 1989-90, ya con Águila, al que le guarda cariño por la gente con la que estuvo: “Pichi García, Julio Herrera, Carlos Carreño, Caballero, Primitivo Maradiaga, Hugo Coria, Mojica, Dagoberto López Medrano, los Coreas, Zapata, entre otros”, recuerda.
Estuvo en la selección sub 23 junto con López Medrano, Pacheco, Ábrego, Pichi García, Palacios Lozano, Mojica, Fredy Rivera, ‘Mandingo’ Rivas, Lotario Guerrero, Fagoaga, Archila, Ever Hernández, “Lagarto” Ulloa, “Kin” Canales, entre otros. “Era una gran combinación entre juventud y experiencia”, asegura.
Dentro de sus recuerdos que más disfruta traer al presente están su debut con el Independiente, el jugar en esa selección Sub 23 de renombre por su calidad, y las amistades que hizo a través del fútbol.
Pero, sobre todo, asegura que el balompié fue su “trampolín para ser profesional, para poderme relacionar con cualquier tipo de persona y tener muchas amistades, que es lo que vale en la vida.
La formación profesional deberíamos tenerla toditos los jugadores, el fútbol es esporádico, con suerte se juegan 10, 15 años”.