El Atlético Murphy

Hay muchas formas de administrar un equipo, pero en el planeta Marte escogieron a la peor.

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Atlético Marte tendrá que buscar la mayor cantidad de puntos que pueda para salvar la categoría. Foto EDH

Por Manuel Cañadas | Twitter: @Memecanadas

2016-05-03 5:59:00

Dice la Ley de Murphy que “si algo puede salir mal, saldrá mal” y más cuando se trabaja con entusiasmo para ello. En la administración del planeta Marte se hicieron a la idea de que las maletas se arreglaban en el camino, que no se tenían que tomar serias precauciones ante los riesgos inminentes; en otras palabras compraron una categoría para dejar que las cosas siguieran su curso, por eso fueron de mal en peor.

Ahora el Atlético Marte ha pasado de la gloria deportiva de antaño, a la miseria y a la catástrofe, en una transición que ha terminado en una tragedia deportiva, al menos para quienes sentimos esos colores. 

El Marte deja un lugar adonde un visionario como Raúl Magaña lo llevó. Un equipo que en los últimos tiempos fue remedo de sus glorias, sus recurrentes campañas lo pusieron a navegar en un río revuelto que lo hundió.Que un cuadro así tenga un epílogo tan triste es toda una mala noticia para el mismo fútbol nacional pues su historia es de abolengo y su fracaso debe verse como una siniestra e infortunada desdicha cuya llegada era cuestión de tiempo. Por su origen castrense. fue resistido en el pasado, no obstante a lo largo de la historia los aficionados rivales respetaron su fútbol y su jerarquía, pero en aquellos dorados años, los hombres de uniforme jamás se preocuparon por dotarlo de infraestructura, una sede social, una cancha. 

Ellos lo usaron para escalar posiciones en una época en que tales circunstancias eran válidas. Luego llegó la debacle a esa casta y aparecieron nuevos dirigentes con más buena voluntad que talante dirigencial. Pero llegar al fondo de esa situación es muy difícil pues no fue en un año ni en un mes, ha sido una larga agonía en que ha influido la falta de criterio dirigencial, las decisiones equivocadas en cuanto a dejar ir a elementos vitales para que se diera este final tan sospechado. Por su parte los jugadores han tenido suma irregularidad, era hasta dramático ver que un domingo cumplían grandes actuaciones y en el siguiente jugaban como que si fueran equipo de barriada y lo que es peor, sin alma. Pero en honor a la verdad y a la justicia cabe preguntarse si ellos son los principales culpables de sus deficiencias y de su comportamiento profesional o representan apenas el reflejo de su pobre formación, casi autodidácta.

Por lo general la fundamentación del futbolista salvadoreño es prácticamente nula, sin un complemento sólido de principios morales o de fortaleza emocional donde desarrolla, a la par que la deficiente preparación físico-atlética, hábitos y conductas equivocadas. En el fondo sorprende que los equipos, en sus políticas de contratación llevan a su dirección técnica no a los que más saben, están mejor capacitados o los más idóneos, sino a los que cobran menos o están disponibles. 

Así, el Marte se fue quedando sin valores fundamentales, y no hubo una política de reemplazo eficiente de los que se fueron. Cada vez que se marchaba un jugador cundía la alarma entre los seguidores ya que los sustitutos siempre fueron jóvenes inexpertos. Asi no existía la posibilidad de realizar una buena selección de elementos de peso que sumaran y no restaran. Son muchas las cualidades que deberían aportar llevando como base de sustentación la garra, la entrega, el amor a los colores, sin desdeñar por supuesto la capacidad técnica. 

El equipo se volvió un conjunto en constante desarme y se fue cayendo en el debut de principiantes para formarlos sobre la marcha con el goteo de la experiencia y las enseñanzas buenas o malas de los técnicos de turno. Es triste decirlo, muchos de ellos han fallado en la asimilación de conocimientos, prácticos y teóricos ante maestros de corta capacidad didáctica. Por eso el descenso se veía venir y ha llegado. Los aficionados a la Ley de Murphy nos volvieron socios de las derrotas, donde los empates nos sabían a gloria y los triunfos un milagro.

Ahora el himno “Marte Inmortal” me parece un premio de consuelo ante la inminente amenaza de la muerte, para quedarnos a recordar tantas glorias pasadas.