Triste cierre de torneo, con violencia

En Metapán es raro que se registren hechos de este tipo, pero ocurrió justo en el último duelo de temporada regular

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Hubo momentos tensos entre aficionados de ambos equipos en los graderíos, no paso a más.

/ Foto Por Jessica Orellana

Por César Najarro | Twitter: @cjnajarro

2016-05-08 2:07:00

Todo parecía tranquilo en Metapán. Hasta rosas regalaron los jugadores de ambos planteles, a iniciativa de los locales, a las madres de los jugadores. Pero bastó una expulsión, la de Elman Monterrosa, para que se desencadenaran los problemas, para que aflorara la violencia, tan presente en nuestros estadios que hasta parece “normal”.

Este suceso, en la última fecha, recordó un mal que se repite torneo a torneo, y que no se corrige, sino que convive con el fútbol como algo cotidiano. Paralelamente, en el estadio Cuscatlán hubo incidentes en los que hasta se dañó propiedad privada. 

En Metapán, la UES buscaba la clasificación. El partido era duro, con fuertes faltas de ambos lados, pero hubo una en la que ya el balón no estaba en poder de Óscar Cerén cuando recibió una falta de Elman Rivas. El cuarto árbitro, Edgar Ramírez, lo observó y, una vez finalizó la jugada, llamó al central Rubén Medrano para que amonestara a Rivas. Este ya tenía tarjeta amarilla y se fue expulsado.

Entonces, una seguidora de la Universidad, una de las madres que había recibido la rosa, se paró y le lanzó una bolsa con agua a Ramírez, a quien le cayó en la cara. 

Un policía que estaba dentro de la cancha observó todo. Minutos más tarde, otros policías se acercaron a donde estaba la señora agresora.

Desde la cancha, el que observó todo les gritó “la gorda, sí ella”, pero con el ruido del estadio, los que estaban fuera se confundieron, y buscaron en la dirección que había señalado el que vio todo. Justo estaba un seguidor de los Pumas gritando “folclor” al cuarto árbitro. A él le cayeron los policías.

De inmediato, se resistió, no valieron las palabras para controlar la situación y llegó otro seguridad, que no estaba ni por cerca en la zona, que no había hablado con el que observó todo. De improsivo, de inmediato, roció el rostro del hmbre con gas. Una vez sometido, lo sacaron del estadio. El gas afectó no solamente al hombre, que en principio nada tenía que ver con la agresión al árbitro. Varias personas tuvieron que moverse de la zona del suceso. Otros tuvieron que lavar sus rostros por las molestias del gas y hasta dos niños terminaron siendo víctimas.

La situación pareció “controlada” tras el penoso suceso, y hasta aplausos hubo de la afición local porque sacaron finalmente a la señora que lanzó la bolsa. 

El partido siguió, la UES recibió su segundo gol y en la afición había dudas de si todavía estaban clasificando o no. Ignorando que ese tanto de Cerén los dejaba fuera, una vez terminó el partido, un aficionado de los pumas invadió la cancha con una bandera, y corría de un lado a otro celebrando, ante la pasividad de la policía. Extraño porque minutos antes no mediaron palabras. Y minutos después, con jugadores aún en cancha, no dieron ni un paso para sacar al aficionado. Ni uno.

Paralelamente, unos aficionados de Metapán cruzaron palabras contra otros de la UES. Divididos por una malla ciclón, se retaban frente a la mirada de otros dos policías que no intervinieron. Se fueron calentando más las cosas, empezaron a volar los objetos de un lado a otro y aficionados de Metapán saltaron la malla, mientras el que corría con la bandera en la grama regresaba a la zona de la UES tranquilamente. Un par de puñetazos, un “cinchazo”, hasta que por fin apareció la policía. Esta vez no hubo gas, ni detenidos ni nada.

También en la capital

La violencia volvió a aparecer en la capital. Esta vez, tras el duelo entre Alianza y Sonsonate. Pseudoaficionados se increparon en las afueras del estadio Cuscatlán y, una vez más, empezaron a volar las piedras y diversos objetos.

El vehículo de un locutor radial fue dañado, le quebraron los vidrios. Mientras que también fue atacado el bus del equipo de las reservas de Sonsonate, que acabó también con daños materiales, aunque no se reportaron jugadores lesionados. 

El suceso es repetitivo. Ocurrió en varios partidos sin que las autoridades, ni los equipos ni la Liga tome medidas que realmente sean efectivas y que permitan identificar a los responsables y alejarlos definitivamente de las canchas.