El corazón salvadoreño de River Plate

Alejandra Herrera se destaca en su segunda temporada en el fútbol femenino de Argentina. Su vida en Sudamérica donde, además de jugar en un grande, estudia y trabaja

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Alejandra Herrera, en plena acción con las millonarias en suelo argentino. 

/ Foto Por River Plate

Por Gustavo Flores | Twitter: @Gusflores21

2016-05-11 8:28:00

El tiro libre perfecto se mete en el arco pincharrata y Alejandra Herrera festeja su primer gol en su segunda temporada en River. Ese gol ratifica una certeza: El Salvador está muy bien representado en la primera división del fútbol femenino argentino. “Me gusta mucho jugar aquí, es muy diferente el nivel. En El Salvador no hay una liga de primera división y venir acá me ha ayudado mucho. La preparación es diferente, la vida. Es otro mundo”, cuenta Herrera vía telefónica y con algún atisbo de acento argentino.

A los 23 años cumple su segunda temporada en River. Había llegado en 2015 con Karen Landaverde, quien decidió quedarse en El Salvador este año. Pese a que esta vez no tiene una compatriota para combatir la nostalgia, Alejandra dice sentirse cómoda y a gusto. “Vivo en una residencia de señoritas estudiantes, eso lo pago yo, de parte de River recibo viáticos que me cubren el gasto de la vivienda. Y tengo todos los tiempos de comida en la confitería del club. Somos tres extranjeras, una uruguaya y una paraguaya. Pero el equipo es muy unido, todas nos llevamos muy bien. Tanto, que hasta ya tomo mate con mi amiga de Uruguay, Estefanía”.

El presente le sonríe, aunque sus inicios no fueron tan ‘placenteros’. “Me acuerdo mucho que me complicó el clima y la comida. Los cambios climáticos son muy bruscos. Cuando es verano el calor es tipo San Miguel pero con humedad. Y cuando llega el invierno, el frio es muy brusco, ocho grados, menos…”. También se le complicó a la hora de comer . “Tienen costumbres muy distintas, el desayuno es muy diferente con las medialunas. Y se come mucha milanesas y pastas con mucha salsa, muy pesadas. Acá se come pasta muy seguido y yo no estaba acostumbrada”. Adaptación, le dicen.

Los entrenamientos son exigentes, a veces extenuantes. “La pretemporada se hace en febrero. Este año fuimos a Esquel, en el sur de la Argentina, y trabajamos en tres turnos. A la mañana gimnasio, y luego cancha. Después almorzábamos, un pequeño descanso y otra vez a trabajar a la cancha por la tarde. Mucho físico, al 100 por ciento. Después, en plena temporada, se trata de mantener el ritmo en los entrenos. Y los partidos son los fines de semana”.

Lincoln, el semillero

En la colonia Metropolí de San Salvador inició sus primeras gambetas. En la cancha Lincoln empezó a jugar a los 6 años y luego pasó a destacarse en el Liceo Cristiano, y llegó a la selección Sub-17 en 2007. Una vida con la pelota y un destino impensado, Argentina.

Su llegada a River Plate, quizás una utopía en algún tiempo, se concretó cuando el entrenador millonario Diego Guacci llegó a El Salvador para dictar un curso como instructor FIFA. Alejandra asistió, fue recomendada por la gente de Fesfut y así invitada junto a Karen Landaverde de participar en el equipo de la banda roja. No defraudó. Fue, en realidad, la segunda experiencia internacional de Herrera; antes había jugado en la Universidad mexicana de Puebla.

Antes de emigrar, había jugado en el país, claro, en el torneo de las ADFAS. “Tiene cierto seguimiento pero no tiene suficiente apoyo el fútbol femenino en El Salvador. Hoy está la liga sub-20; esperaría que se siguiese un programa pensando en selecciones mayores donde más oportunidades hay para el país”.

Fútbol en desarrollo

A pesar de que el fútbol femenino se encuentra en pleno desarrollo en Argentina y se está lejos de las grandes potencias del mundo en la disciplina, se están dando pasos progresivos. En el torneo pasado había 18 equipos en el torneo, todos en una sola división. No había paridad, claro, y los resultados abultados, esos de 11-0 o 15-1 eran habituales. Hoy, aquellos equipos se dividieron en dos categorías y River es uno de los 10 integrantes de la primera División.

“Se hizo más parejo y competitivo el torneo. El año pasado terminamos en cuarto lugar con Boca, salió campeón de liga San Lorenzo (el equipo del Papa Francisco). Y también se clasifica a Copa Libertadores. Hay varios incentivos”. Y cuenta las diferencias del juego con lo experimentado en El Salvador y México: “El juego en Centroamérica es muy táctico, aquí es mezclado entre táctico y físico, hay mucho roce”.

En este año, River arrancó bien. Promediando la sexta fecha y con un partido menos, el equipo de Núñez va tercero. Juegan en una cancha auxiliar al estadio Monumental, el templo del Mundial 78, y el público se acerca de a poco. Amigos, padres de familia, en total unas 50 o 60 personas por juego.

No sólo existe el fútbol en la vida ‘argentina’ de Alejandra. “Estudio diseño gráfico en la UBA (Universidad de Buenos Aires), una carrera que empecé este 2016 y dura cuatro años. Me inscribí en materias los martes y jueves solo por las tardes, cuando me lo permiten los entrenamientos y el trabajo”. Si, también tiene ocupación laboral en un laboratorio odontológico, donde se encarga del acondicionamiento de los productos.

“A veces voy al estadio -se entusiasma Alejandra-, depende del partido que se juegue. Tenemos pases pero hay que organizarlo con anticipación. El último juego que fui fue la final de Libertadores contra Tigres de México y también a un clásico River-Boca. Es emocionante, es muy diferente como se vive el fútbol acá, muy apasionado. Los hinchas se desviven por el equipo y el club. Otro mundo”.