¡??rase una vez, un diablo!

Por un buen tiempo fue el rey de la pantalla chica en la información deportiva, pero hizo mutis.

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Sergio Gallardo marcó historia en la televisión salvadoreña. Foto EDH

Por Manuel Cañadas | Twitter: @Memecanadas

2016-05-19 11:01:00

Para unos ha sido un charlatán de la televisión, para otros un descarado y antipático presentador. Pero cuando Sergio Gallardo reinaba en la pantalla chica con su programa ¿Cómo Quedaron?, los amantes del deporte estábamos atentos a sus humoradas, incluyendo a doña Isabel, mi santa madre que no se lo perdía.

Protagonizaba monólogos y amaba su trabajo, que realizaba en los más discímiles escenarios: las canchas de la Zacamil, Ciudad Satélite, El Cafetalón, el estadio Flor Blanca, el Cuscatlán, Los Ángeles, Nueva York, Houston y se las arreglaba para entrevistar a los meros macizos.

Siempre se hacía acompañar de alguno de sus eficientes camarógrafos: Julio César Alas, Salvador Pinto o René López quienes siguen con la cámara al hombro, aunque Julio César lo hace en Los Ángeles. Personajes fraternales y queridos donde los hubieren que captaban imagenes que luego de procesadas y editadas, Sergio las presentaba con esa su manera de hablar cortante, precisa, a veces disparatada. Un día escribí algo sobre él y le llame Guasón, al día siguiente salió vestido como el Guasón, en otra ocasión dije que era un diablo e hizo lo mismo. 

Menos mal que no lo llame Adán, porque era capaz.

Sergio ha sido así, tanto dentro como fuera de la pantalla chica, sus baladronadas nacen de la inspiración del momento, pues su penetrante mente siempre ve el lado cómico de las cosas, a veces con mayor rapidez que lo conveniente para su propio bien, acarreándose no uno sino infinidad de problemas. 

Los entendidos en los deportes y especialmente en el fútbol al advertir su irritante éxito, lo acusaron de ser superficial, desconocedor de la esencia del juego y arrogante.Y el muy vivo contraatacó a sus ácidos detractores, lo cual le acarreó críticas y antipatías. En ese episodio se defendió como pudo y logró superar el mal momento a través de sus salidas. 

Fue como si volviera a montar un caballo que lo había derribado. 

En realidad se valía de una técnica que llevaba inherente su estilo, una original manera de decir las cosas, para dar a entender otras, algo asi como si escribiéramos contra la acción.

Surgido como disc jockey en la Radio Femenina, llegó al deporte con poco conocimiento pero con ganas de triunfar y comenzó su faena dejando ver con desfachatez esa su condición de estar demasiado contento consigo mismo. 

Otros no lo veían asi, para ellos era sencillamente un sujeto ocurrente que hablaba más de la cuenta, que sabía explotar la magia de la televisión. 

Pero lo cierto es que ha sido una creación deliberada de la publicidad, forjada por su autor para plantear y señalar vigorosamente y de manera cantinflesca lo podrido de nuestro deporte, al tiempo que llevaba una imagen optimista y original de nuestra realidad. Esa espontaneidad es auténtica pues le impone a su forma de actuar un singular sentido del ridículo y para aminorar la gravedad de sus acusaciones acude a palabras absurdas pero certeras. 

Es que siempre anduvo por ahí haciendo amigos o fabricando detractores combatiendo las trampas a su manera, esas situaciones arteras que van en detrimento de lo honesto, por eso acostumbraba a realizar una crítica cáustica y mordaz de los comportamientos inadecuados sobre todo de los dirigentes.

Y sigue siendo así, ahora en la radio y en programas de variedades, aunque en el deporte hace falta su histrionismo para interpretar diferentes personajes que van desde el diablo, el Guasón, el irónico, el antipático, el carismático ese que acaparaba la atención de los televidentes incluida doña Isabel. 

Eran tantos sus personajes, pero si vamos a hablar de preferencias, siempre me he quedado con la interpretación que Sergio Gallardo hace de sí mismo. 

Lo único que lamento es que no se lo pude llevar a ella, para que lo escuchara en vivo,…es que disfrutaba tanto sus ocurrencias.